CUARTO DOMINGO DE CUARESMA - CICLO C

Primera lectura: Josué 5, 9a. 10-12; Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 9a), Segunda lectura: 2 Corintios 5, 17-21; Evangelio: Lucas 15, 1-3. 11-32

Hijo pródigo


La segunda lectura de este domingo empieza con unas palabras esperanzadoras: «Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo». Ya viendo recorrido una considerable parte de este tiempo de cuaresma debemos ir viendo algunos resultados de este tiempo penitencial y de conversión. El Señor va actuando en muchas almas que se ponen en sus manos y van dejando que vaya transformando su vida. Por esta razón, cuán acertada es esta lectura que nos anima a continuar en este camino cuaresmal.

La primera lectura nos narra brevemente como se celebra la Pascua tras salir de Egipto. Sin duda alguna es una celebración llena de alegría. Ya no se sufre a causa de la esclavitud de vivir en Egipto. También esto lo podemos experimentar, vamos durante estos 40 días saliendo de nuestro Egipto y nos acercamos a la meta. Ya no dependeremos de quien nos esclaviza sino de esa libertad que nos otorga la gracia. Que feliz es uno cuando se ve liberado del pecado, de un vicio, de una atadura. Es una oportunidad que nos regala Dios para irnos limpiando de todo aquello que nos estorba para vivir limpios y libres, ser esos hombres que van comenzando una nueva vida de gracia.

Al mundo no le interesa que podamos vivir en esa libertad. El mundo que no conoce a Dios pondrá todos sus esfuerzos en mantenernos ciegos, sucios y esclavos. Eso es lo que le sucedió al hijo menor de la parábola del hijo pródigo. Prefirió dejarse llevar por las seducciones del mundo y sus encantos, pero en un determinado momento se dio cuenta de que había tocado fondo y que necesitaba una nueva oportunidad. Mientras pasó una vida desordenada seguramente viviría rodeado de personas interesadas en que continuar en esa situación, no le faltarían algunos que se llamaban amigos que vivirían gratuitamente de la herencia que había recibido. Cuando ya no tenía dinero, recién se da cuenta quién era. En su reflexión, además de todas las palabras tan profundas que dice seguramente, tomaría conciencia de que el mundo lo quería ciego para no ver su pecado, sucio por el mismo poder del pecado y esclavo de los vicios y las pasiones que se van contagiando.

La misericordia de Dios va más allá de los moralismos. No nos olvidemos que Jesús ha venido a traer la plenitud a la ley, pero condenaba la hipocresía de los fariseos y los escribas que cargaban de moralismos a la gente sin vivir coherentemente. Esto tenemos que reflexionar en este domingo: ¿Estoy lleno de una sana moral que me está conduciendo a una vida en santidad o vivo de moralismos motivados por el temor que no siempre cumplo con coherencia? Tenemos que vivir en la libertad de los hijos de Dios y, no podemos olvidar, que la libertad siempre buscará lo mejor.

En la parábola vemos que el hijo recapacita de la situación que está viviendo y buscará una segunda oportunidad ante su padre. Nosotros también tenemos que buscar esa segunda oportunidad en nuestra vida, humildemente reconocer que necesitamos de nuestro Padre y de lo que Él nos quiere dar para vivir con dignidad. Así como el hijo de la parábola, también a nosotros nos quiere quitar la ceguera de nuestros ojos para ver qué es lo que nos quiere ofrecer, nos quiere engalanar como lo hizo con su hijo y nos quiere limpiar mediante la reconciliación sacramental.

También son consoladoras las palabras que escuchamos en la segunda lectura: «Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación». Dios ha establecido medios adecuados para poder alcanzar la misericordia. Líneas antes he hablado del sacramento de la confesión ¡Cuán importantes confesarnos en este tiempo de cuaresma! Es volver a la casa como El hijo pródigo, es dejarnos bañar por la misericordia de Dios, es dejarnos abrir los ojos cumpliendo su voluntad. No desaprovechemos este gran sacramento que nos deja limpios y engalanados luego de haber desobedecido la voluntad de Dios.

Estamos en el domingo de lætare. Es un día para llenarnos de alegría al contemplar la misericordia de Dios, a Cristo que no lo ha dado todo para salvarnos y los frutos que se van consiguiendo en este tiempo. No dejemos de orar los unos por los otros para que podamos llegar, si Dios así lo permite, a la Pascua, como esos hombres nuevos de la que nos habla la segunda lectura, como ese hijo que recapacitó de la parábola del hijo pródigo, como ese pueblo que empezó a disfrutar la verdadera libertad al dejar la tierra que los esclavizaba.

Llenémonos de alegría al saber que Dios es grande y quiere compartir su grandeza con nosotros.

Buen domingo en la presencia del Señor.

P. Martín

Pd. Les comparto una reflexión anterior que puede complementar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SOBRE EL ADVIENTO

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B