DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C
¿Pensamos las cosas antes de decirlas? En algún momento de nuestra vida nos hemos dejado llevar por el impulso o la emoción de un momento en el que hemos hablado sin pensar. Hoy la primera lectura nos invita a la reflexión, a pensar las cosas antes de decirlas. Eso no es fácil, sobre todo en el tiempo que nos toca vivir, puesto que ya no se educa la prudencia, al contrario, vivimos la fugacidad de cada momento sin importar las consecuencias que puedan traer después. A la persona se le conoce por lo que dice, por eso «la persona es probada en su conversación».
También es bueno pensar qué
decimos. En el Evangelio de hoy se nos habla de no juzgar al prójimo. Algunos
con mucha ligereza se permiten juzgar, criticar, ponerse por encima de los
demás como si no cometieran errores. Precisamente, el evangelio nos invita a no
juzgar a los demás con la conciencia de que nosotros no sabemos si caeremos en
algo igual o peor. En ocasiones podemos fijarnos en la conducta y la actuación
del otro olvidándonos de que también nosotros seremos juzgados.
Y, con ello, también se nos
invita a examinar nuestras obras. El árbol se conoce por su fruto. En la línea
de lo dicho anteriormente, pareciera que algunos se sienten impecables, es
decir que no tienen errores ni fallas, sin embargo, todos somos conscientes que
somos falibles e imperfectos. Obrar bien no es un esfuerzo voluntarista ni
mucho menos producto de una coerción externa. Obrar bien es consecuencia de lo
que nosotros llevamos en nuestro corazón. Por eso la Palabra nos recuerda que
el hombre bueno saca cosas buenas de su corazón y la maldad sale del corazón
que lleva cosas malas.
Cuán importante es tener el
corazón limpio. No podemos negar que hay muchas cosas negativas que están a
nuestro alcance, la maldad «está a la vuelta de la esquina». Debemos pedirle al
señor la fortaleza para poder evitar caer, sin vanidad ni soberbia, ante el
poder del mal.
Que consoladora resulta la
segunda lectura. No todos se quedará en lo corruptible este mundo, todo lo
contrario, tenemos la esperanza de que llegue la incorrupción y, con ello, el
cambio de todo el mundo y de todos los hombres. No todo se acabará en la
emoción y la fugacidad, sino que trascenderá y las cosas cambiarán. «Entréguense
siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que su esfuerzo no
será en vano en el Señor»
Finalmente, un ciego no
puede guiar a otro ciego. Muchos hombres se dejan llevar por líderes en
diversos campos de interés, y muchos proponen cosas que, en lugar de
beneficiarnos, nos perjudica. Por eso, hay que pensar muy bien a qué personas y
qué ideas seguimos. Pensemos en tantas propuestas aparentemente atractivas y
beneficiosas que lamentablemente nos han llevado a decepcionarnos. Hoy es una
buena oportunidad para pensar en quién deposito mi confianza. Ojalá que todos
escuchemos siempre la palabra de Jesús.
Aunque no siempre lo
vivamos, siempre estará la intención de hacer la voluntad de Dios. No quisiera
que esto aparezca conformismo, sino realidad. Siempre debe haberle ilusión de
buscar la felicidad verdadera que solo se encuentra en el Señor.
El mensaje de hoy puede
ser: saber hablar, saber actuar, saber ser firme. Obviamente que esto se
consigue de la mano del Señor.
Buen domingo en la
presencia del Señor.
P. Martín
Muchas gracias por la reflexión de la Palabra del Señor Padre Martín es cuestiónnante q El Señor me ayude poner en práctica su palabra, Amén
ResponderEliminar