FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR - CICLO C

Primera lectura: Isaías 42, 1- 4. 6 -7; Salmo 28, 1a. 2. 3c - 4. 3b. 9b - 10; Segunda lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34 - 38; Evangelio: Lucas 3, 15 - 16. 21 - 22.



Con la fiesta del Bautismo del Señor llegamos al final del tiempo de Navidad. A comparación de otros tiempos del año litúrgico, este es un tiempo bastante breve pero muy lleno de contenido al contemplar el nacimiento, la manifestación y el Bautismo de Jesús. Si contamos los años, prácticamente en pocas semanas, hemos avanzado casi 30 años. Hoy es una buena ocasión para reflexionar sobre el Bautismo de Jesús y también las consecuencias que tiene en nosotros el sacramento del Bautismo.

El bautismo de Juan tenía una finalidad concreta que era la adhesión a un gran grupo que deseaba un cambio radical en su modo de vida. Esta corriente, llena de buena voluntad y de un espíritu de abnegación, se acercaba donde Juan para que con este gesto se manifestara públicamente ese deseo de conversión. Como sabemos, el Bautista era un personaje bastante llamativo por su estilo de vida austera y su justicia. Asimismo, sabemos que el Bautista nunca se robó el título mesiánico, aunque algunos pudieron pensar que él era el esperado. Simplemente fue preparando al pueblo para la llegada de Aquel del que no se sentía digno de desatarle las sandalias.

En la misa de hoy, en la primera oración, hay dos formularios que se pueden usar. En el primero de ellos nos dice que Dios, en el Bautismo de Cristo, nos ha querido revelar solemnemente que Él era el Hijo amado. Precisamente, en el Bautismo de Jesús vemos cómo se nos manifiesta esa voz que nos dice claramente que Él es el Hijo, su Hijo. De repente alguno podría interpretarlo de forma equivocada, pero no es así, Jesús es el Hijo de Dios. El Verbo de naturaleza divina ha tomado carne y ha asumido la naturaleza humana. La segunda persona de la Santísima Trinidad es ese Hijo amado que en cuanto Dios está eternamente en el cielo y que como hombre ha estado aquí en la tierra y que ahora vive.

Y en la segunda fórmula de la oración primera, nosotros pedimos a Dios que merezcamos transformarnos interiormente a imagen del que hemos conocido. Ese es el sentido del Bautismo cristiano. Dios nos hace, por su gracia, como su hijo Jesucristo. Esto tiene, en gran parte, la asistencia divina, es decir, la gracia, el don de Dios, que nos ayuda a vivir como Jesús y, con ello, nos vamos asemejando a él. Pero también depende en menor parte de nosotros que debemos desear llevar una vida como la de Jesús. Para nosotros, el Bautismo, es la forma de irnos transformando cristificando, divinizando. No olvidemos que somos imagen de Dios e interiormente tenemos que irnos transformando como el hijo.

En el Evangelio, escuchamos que el Bautista anuncia la llegada de aquel que bautizará con Espíritu Santo y fuego. Precisamente, el Hijo de Dios inaugura su ministerio poniéndose en la cola de los pecadores para mostrarnos, desde ese momento, que Él quiere cargar con el pecado de todos los seres humanos del mundo. Por naturaleza y dignidad Él no puede pecar, pero desde ese momento toma sobre sus hombros con todos los pecados de los hombres de todas las épocas y de todas las situaciones. Es el inicio de ese camino público que terminará en la crucifixión donde él se ofrecerá como ofrenda viva para el perdón de los pecados.

Por el Bautismo descubrimos que Jesús es el Ungido, el Mesías, el Cristo, aquel que posee el Espíritu Santo transformador. Tenemos que volver a Él para vernos libres de toda atadura de aquello que no permite la acción de ese mismo Espíritu en nosotros. Esta celebración nos tiene que llevar a un examen de conciencia de cómo estamos viviendo esa transformación que quiere hacer el Espíritu en nosotros, si estamos en permanente conversión y deseo de vivir en santidad.

En la última oración, después de la comunión de la misa, pedimos que podamos llamarnos y ser en verdad hijos de Dios. Ese es el reto. No estamos ajenos a las situaciones del día a día, pero con la gracia de Dios podemos llegar a transformarnos en otros cristos, en Cristos que van pasando por el mundo. Pero, para ello, necesitamos ser transformados por él. Es un misterio de humildad y necesidad.

Que en este día valoremos el infinito significado del Bautismo de Cristo y hagamos un examen de conciencia sobre el cumplimiento de nuestras obligaciones como bautizados en medio del mundo.

Que tengan un buen domingo en la presencia de Dios.

P. Martín

P.d. Comparto la una reflexión anterior sobre esta fiesta.

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2022/01/bautismo-del-senor-ciclo-c.html


Comentarios

  1. Amén gracias Padre Martín por compartir la Palabra Del Señor compartiré con la Comunidad

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