FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR - CICLO C

Primera lectura: Isaías 42, 1- 4. 6 -7; Salmo 28, 1a. 2. 3c - 4. 3b. 9b - 10; Segunda lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34 - 38; Evangelio: Lucas 3, 15 - 16. 21 - 22.




Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. Antes de la reforma del año litúrgico del año 1970 en la solemnidad de la Epifanía se concentraban todas las manifestaciones de Cristo: a los magos, en su bautismo y en las bodas de Caná. Ahora, en la actual estructura la manifestación a los magos es el centro de la Epifanía y el Bautismo es esa manifestación a todos los hombres. Con esta fiesta terminamos el tiempo de Navidad da inicio a la primera parte del tiempo ordinario.

Quisiera proponer tres puntos para la reflexión de esta fiesta: 1) El bautismo como misterio, 2) El bautismo como desafío y 3) El Bautismo como realidad.

1) EL BAUTISMO COMO MISTERIO: Alguno puede pensar que voy a hablar de algo escondido, que sabemos que está pero que no lo vemos total o parcialmente. No. Hasta el siglo V, más o menos, con la palabra “misterio” se designaba lo que hoy conocemos como “sacramento”. Posiblemente es un aporte de la teología de San Agustín el que a eso que llamamos misterio hoy lo llamemos sacramento. A partir de ahí podemos pensar en la importancia del Bautismo.

Quisiera destacar dos detalles: 1. Jesucristo no necesitaba bautizarse, pero como dice San Máximo de Turín “Cristo se hace bautizar, no para santificarse, sino para santificar el agua y para purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el contacto con su cuerpo”. Por eso, ¡qué importante es el bautizo! Es un gran sacramento que nos trae como efecto la purificación, la limpieza del alma, el ordenar lo que el pecado original había dañado en la naturaleza humana. 2. Cuanto antes mejor: Es una pena que hoy en día se retrase el bautismo por diversos pretextos y excusas. Desde el siglo IV hay la costumbre de bautizar a los niños y el Concilio de Florencia del 1442 indica el bautismo “quam primun commode” (lo antes posible).

Lamentablemente, en la gran mayoría de casos, hoy ya no se valora el sacramento. Se ve el bautismo como un pretexto para un evento social o la justificación para la diversión (a veces de los participantes mas que del bautizado). El catecismo enseña que los sacramentos son los medios por los que Dios nos confiere la gracia y por ello cuán importante es que no se dilate la recepción de la gracia en todo hombre que necesita de Cristo.

El papa francisco nos recordaba que “Tampoco podemos ignorar que en las últimas décadas se ha producido una ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico. Es innegable que muchos se sienten desencantados y dejan de identificarse con la tradición católica, que son más los padres que no bautizan a sus hijos y no les enseñan a rezar, y que hay un cierto éxodo hacia otras comunidades de fe.” (Evangelii gaudium 70).

2) EL BAUTISMO COMO DESAFIO: El sacramento del Bautismo nos hace hijos en el Hijo, nos hace hijos adoptivos, nos hace herederos con Cristo. (Cfr. Rm 8,15.29; 9,4; Ga 4,5). El bautismo nos desafía a ser como Jesús, no del modo pelagiano (=por mis fuerzas y mis esfuerzos), sino de un modo muy humilde en el que nos abrimos a la gracia de Dios y le dejamos que nos vaya haciendo como Él. El bautismo nos cristifica. Y ese “ser como Cristo” nos tiene que comprometer a ser discípulos y misioneros, a dar testimonio que es posible ser hijos de Dios en medio de un mundo que le desconoce y le ignora. Hoy, vivir como bautizados, es un reto bonito, encantador, donde podemos hacer locuras por el amor a Dios y del prójimo.

3) EL BAUTISMO COMO REALIDAD: Te propongo que hagamos un examen de conciencia: ¿Vivo como un autentico hijo de Dios? ¿Hago todo lo que puedo para responder a mi vocación bautismal? ¿Desde mi estado de vida vivo la dignidad de ser hijo de Dios? ¿Disfruto con esa tarea de ir haciendo mi existencia como la Cristo? ¿El día que muera, Dios padre podría decir de mí: “Este es mi Hijo amado, mi preferido”? Vivir la vocación bautismal no es exclusividad sólo de algunos, todos estamos llamados a ser hijos en el Hijo.

Que este domingo resuene en nuestro corazón esa frase de Isaías: “Yo, el Señor, te he llamado según mi plan salvador, te he cogido de la mano, te he formado…” Dios quiere para nosotros lo mejor: que seamos sus hijos. Renovemos nuestro amor a Él y respondamos con generosidad a ese gran don que hemos recibido por el bautismo.

Te comparto también la instrucción de la congregación para la doctrina de la fe sobre el bautismo de los niños https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19801020_pastoralis_actio_sp.html

Buen domingo del Bautismo del Señor y a seguirse cuidando.

P. Martín

 

 

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