SOBRE EL ADVIENTO



Aquí recojo algunas frases, tomadas de los últimos pontifices, que pueden ayudar a prepararnos espiritualmente para este tiempo tan importante. 

«Hoy es el primer domingo de Adviento. Comienza el nuevo año litúrgico: cada año, en efecto, empezando desde el primer domingo de Adviento, la Iglesia, a través del ciclo de domingos y fiestas, procura hacernos partícipes de la obra salvífica de Dios en la historia del hombre, de la humanidad y del mundo. Precisamente por este "adviento", que quiere decir "venida", Dios viene al hombre, y ésta es una dimensión fundamental de nuestra fe. Nosotros vivimos nuestra fe cuando estamos abiertos a la venida de Dios, cuando perseveramos en el Adviento.» (San Juan Pablo II, Angelus, 3 de diciembre de 1978)

«La palabra latina "adventus" se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al igual que Dios es soberanamente libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo: Dios espera una respuesta de amor.» (Benedicto XVI, Angelus, 4 de diciembre de 2005)

«El Adviento es el tiempo de una cooperación especial, en el Espíritu de la esperanza humilde y gozosa, con ese Verbo de Vida, que pronuncia Dios eternamente, y que pronuncia, siempre de nuevo, para cada uno de los hombres, para cada generación, para cada época.» (San Juan Pablo II, Angelus, 9 de diciembre de 1979)

«Regem venturum Dominum venite adoremus. Con estas palabras comenzamos nuestra cotidiana Liturgia de las Horas en Adviento, pidiendo al Señor poder "amar su venida" y poderle dedicar toda la vida. Ruego, queridos hermanos y hermanas, para que este amor a la "Venida del Señor" esté en cada uno de vosotros y en mí mismo. Roguemos juntos para que esté presente también en cada uno de los cristianos, más aún, en cada uno de los hombres: para que sea amada esa primera venida suya en cuerpo humano, la cual se renueva cada año mediante la solemnidad de la Navidad del Señor; y roguemos también para que sea amado su incesante venir al encuentro del hombre: al corazón humano y a la historia del hombre, a cada uno de los pueblos y naciones, a las generaciones que se suceden, y a las épocas de la humanidad. Finalmente roguemos para que sea amada su última venida que significa, al mismo tiempo, el término y el comienzo: el término del mundo y el comienzo de "cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia" (2 Pe 3, 13)» (San Juan Pablo II, Angelus, 7 de diciembre de 1980)

«En Adviento la liturgia con frecuencia nos repite y nos asegura, como para vencer nuestra natural desconfianza, que Dios "viene":  viene a estar con nosotros, en todas nuestras situaciones; viene a habitar en medio de nosotros, a vivir con nosotros y en nosotros; viene a colmar las distancias que nos dividen y nos separan; viene a reconciliarnos con él y entre nosotros. Viene a la historia de la humanidad, a llamar a la puerta de cada hombre y de cada mujer de buena voluntad, para traer a las personas, a las familias y a los pueblos el don de la fraternidad, de la concordia y de la paz.» (Benedicto XVI, Angelus, 3 de diciembre de 2006)

«El tiempo de Adviento en el que nos encontramos nos obliga a emprender una gran meditación antropológica, es decir, a descubrir la verdadera condición de la vida humana y nuestra maravillosa fortuna de tener a Cristo nuestro hermano, Dios hecho hombre para nuestra salvación. De hecho, el Verbo de Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera asociarse a la vida misma de Dios. Esta reflexión del misterio de la Encarnación domina desde arriba la doctrina sobre la naturaleza humana. El hombre necesita a Cristo. No puede salvarse a sí mismo.» (San Pablo VI, Angelus, 4 de diciembre de 1977)

«Así como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de comenzar de nuevo, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Es ese el horizonte para hacer un buen camino. El tiempo de Adviento, que hoy de nuevo comenzamos, nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios. Una esperanza que no decepciona, sencillamente porque el Señor no decepciona jamás. ¡Él es fiel!, ¡Él no decepciona! ¡Pensemos y sintamos esta belleza!» (Francisco, Angelus, 1 de diciembre de 2013)

«La Navidad es un día de gran alegría también exterior, pero es sobre todo un evento religioso por lo que es necesaria una preparación espiritual. En este tiempo de Adviento, dejémonos guiar por la exhortación del Bautista: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos” (v. 3). Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, cuando con sinceridad y confianza confesamos nuestros pecados en el sacramento de la penitencia. En este sacramento experimentamos en nuestro corazón la cercanía del reino de Dios y su salvación.» (Francisco, Angelus, 4 de diciembre de 2016)

Comentarios

Entradas populares de este blog

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B