DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C
Primera lectura: Isaías 6, 1-2a. 3-8; Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R.: 1c); Segunda lectura: 1Corintios 15, 1-11; Evangelio: Lucas 5, 1-1.
Las lecturas de este domingo nos presentan el tema del encuentro. Precisamente en las tres podemos ver un encuentro del hombre con Dios. Es un detalle de amor de parte de Él, puesto que cuando somos conscientes de quién es el ser humano nos damos cuenta de la infinitud de Dios. Como diríamos en el salmo 8 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?
También podemos decir que Dios quiere darse a conocer al ser humano. Dios no es un ser que hizo algo y lo dejó a su abandono, sino que está muy pendiente de todo lo que ha hecho y sobre todo de nombre qué ha sido la corona de su creación.
La primera lectura nos muestra una bella visión de Isaías. Ve el trono de Dios y cómo la orla del manto llena todo el templo. Por eso, podemos decir que ha tenido un encuentro con Dios. Y ese encuentro lo ha llevado a reconocer una serie de actitudes qué marcarán su vida. Vemos la humildad al reconocer su pequeñez al lado de la infinitud de Dios, la consagración qué significa la respuesta ahí te encuentro y no dedicarse a cuestiones ajenas a las de Dios, el perdón qué recibe de él y lo hace un ser totalmente nuevo, el compromiso de corresponder a quién Dios necesita, por eso dice «Aquí estoy, mándame».
En esa misma línea hola va la segunda lectura. El apóstol hace un recuento de su camino con el Señor. Recuerda a quienes les dirige esta carta cómo también a él se le apareció Jesús en último lugar y ese encuentro también marcó su vida. Hace una enumeración de las apariciones después de la resurrección, qué también resulta importante repasar. Dirá que apareció a Pedro, luego a los 12, después a 500 hermanos, a Santiago, a los apóstoles y en último lugar a él.
En un sentido más amplio, también podemos decir que esos encuentros con el Señor marcaron la vida de aquellos que lo pudieron ver resucitado. Es seguro que no fue infecunda ni estéril su presencia en medio de los hombres; todo lo contrario, es un momento de encuentro profundo con el Señor.
En el Evangelio también vemos otro momento de encuentro con Jesús. Leemos que muchos se agolpaban alrededor de Jesús para oír su palabra. Qué hablamos de un encuentro: quieren oírle. Si la palabra de Jesús fuera un sinsentido o innecesaria seguramente muchas personas de la que lo seguían no se acercarían. Podemos ver que su palabra causaba expectativa e interés para este grupo grande de seguidores.
Luego siente el impulso de subirse a una de las barcas que habían usado unos pescadores, entre ellos Pedro, estaba lavando las redes, es decir que habían terminado su labor cotidiana. Jesús lo anima y le indica qué echan las redes. Este es un detalle interesante, porque Jesús no era pescador, si no carpintero y qué le podría enseñar un hombre de maderas a un hombre de mar. Pedro, con su experiencia, le advierte que han trabajado toda la noche y no han sacado nada. Sabe que la mañana es el momento menos oportuno para la pesca porque los peces se hunden en el fondo del mar a diferencia de la noche.
Pero Pedro dice algo qué demuestra la confianza que tiene en Jesús: «Por tu palabra, echaré las redes». No son palabras menores las que pronuncia. Confía tanto en Él que hará lo que le pida. Oír a Jesús nos tiene que disponer a cumplir lo que él nos pide, aunque no le hallemos sentido.
Y sucede el prodigio: hicieron una tan gran cantidad de peces que las redes se reventaban. Cuando el señor pide algo nunca se deja ganar en generosidad. Por esa razón Pedro queda sorprendido de lo que estaba viendo y le dice una segunda palabra qué es una reacción ante la presencia de Jesús: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Así como Isaías sintió su pequeñez ante la presencia de Dios, de la misma manera Pedro siente su pequeñez ante la presencia de Jesús, así como Pablo se sintió el menor de los apóstoles ante la aparición de Jesús camino a Damasco.
Hoy la palabra nos invita a no temer ante la presencia de Dios. Quiere que seamos más cercanos a él y nos quiere enviar como mensajeros suyos a gritar sus maravillas a los demás hombres.
Quisiera terminar con dos frases que pueden redondear esta reflexión: El Papa Francisco, hablando del bautismo, dice: «Es el primer encuentro con Jesús; que no se conoce en los libros de historia, se encuentra en la vida». (Esperanza p. 56) En la vida cotidiana iremos teniendo encuentros personales con Él bajo el velo de muchos signos que nos hacen cercana su presencia. Y la otra frase, muy conocida, de Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». (Deus caritas est 1). Cuando nos encontramos con Él, la vida se ve de otra manera.
Buen domingo en la presencia del Señor.
P. Martín
Pd. Les comparto otra reflexión anterior que puede complementar:
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