SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA - CICLO C

Primera lectura: Génesis 15, 5-12. 17-18; Salmo 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14 (R.: la); Segunda lectura: Filipenses 3, 17—4, 1; Evangelio: Lucas 9, 28b-36.




Estamos en el domingo de la transfiguración. Siempre es bueno recordar que en el año litúrgico hay una fiesta en la que contemplamos en toda la profundidad el sentido de este misterio. 


En este segundo domingo de cuaresma leemos el evangelio de la transfiguración como un anticipo de lo que está por venir así como sucedió con los tres privilegiados que pudieron contemplar esa escena. Si uno vive con intensidad este tiempo el esfuerzo y el cansancio pueden ir tentándonos a dejar la penitencia de este tiempo, sin embargo, contemplar la transfiguración de Jesús nos adelanta la gloria que él va a recibir luego de su pasión muerte y resurrección. Como diremos en el prefacio «por la pasión, se llega la gloria de la resurrección».


La segunda lectura dice una frase que también es alentadora: «Nosotros somos ciudadanos del cielo». El ser humano se desgasta en tantos afanes pasajeros y fugaces que pueden conseguir una satisfacción momentánea. Nosotros vamos un poquito más allá, nuestras aspiraciones no se agotan en lo pasajero que encontramos en el mundo sino en la posición de la morada celestial donde nos encontraremos con nuestro Salvador Jesucristo. 


El apóstol nos dirá que Jesucristo transformará nuestro cuerpo humilde como su cuerpo glorioso, así como él se transfiguró en el monte ante los discípulos privilegiados. En esta cuaresma debemos aspirar, y por qué no decirlo, poner todo lo que está nuestro alcance, para alcanzar esa transformación gloriosa en el día final. Ya, ahora, aquí en la tierra, podemos irnos transformando en ese Cristo glorioso a través de una vida moral adecuada. Más bien, si llevamos una vida como la de los «enemigos de la Cruz» vamos camino a la perdición.


Si vivimos así podemos llegar a ser esa experiencia de Pedro de contemplar la gloria de Dios ya aquí en la tierra. Algunos esperarán algunas manifestaciones extravagantes o llamativas para contemplar la presencia de Dios, pero no es así, Dios se nos muestra permanentemente a través del sacramento y de su presencia en diversos acontecimientos de la vida cotidiana: en un prójimo, en una situación agradable, en un momento difícil, en fin, en muchos momentos de nuestra vida podemos tener una experiencia de la gloria de Dios. 


Una condición para poder contemplar esa gloria que a veces no es fácil de encontrar es la purificación del corazón. «Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios». No siempre es una pretensión pero algunas veces sí es un deseo el ver a Dios, pero no siempre se consigue esa experiencia porque es necesario una purificación interior que el alma pueda acceder a esa gloria. Por eso cuán importante es la confesión en este tiempo de cuaresma. No hay que esperar el último momento para purificar el alma, porque nunca sabemos cuándo será el último momento. Hay que hacerlo pronto. Por ello decimos en la oración colecta «para que, con mirada limpia, contemplemos gozosos la gloria de tu rostro».


Vivamos con intensidad este tiempo de cuaresma y no desaprovechemos las múltiples oportunidades que Dios nos da para santificarnos. 


P. Martín


Incluyo una reflexión anterior que puede complementar


https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2022/03/segundo-domingo-de-cuaresma-ciclo-c.html


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