DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

Primera lectura: Amós 6, 1a. 4-7; Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: 1b); Segunda lectura: 1Timoteo 6, 11-16; Evangelio: Lucas 16, 19-31.

Este domingo me gustaría reflexionar concretamente sobre tres detalles a la luz de la Palabra de Dios.

1. La preocupación por lo material. En la primera lectura el profeta Amós hace un reproche por la angustia a causa de la comodidad y las riquezas. Él percibe que estos «bienes» le dan una falsa seguridad al hombre. Eso mismo puede pasarnos hoy en medio del consumismo y la seudocultura del bienestar. Muchos ocupan su vida en acumular dinero, artefactos, propiedades, etcétera; mientras que otros solo viven con lo necesario o, incluso, sin ello. Exactamente igual le pasó al rico de la parábola que nos propone Jesús. Este hombre banqueteaba, tenía comodidades económicas (se dice que era rico porque vestía de lino y purpura), estaba ocupado en lo suyo y lo pasaba superficialmente bien. Tal enfoque banal llevó a que se metiera ciegamente en su mundo «seguro» y se desentendiera así de sí mismo y de los demás, como del pobre Lázaro, quien iba sufriendo las injusticias y males del mundo. Eso mismo sucede hoy en día: en muchos lugares contrasta la seguridad económica de algunos pocos frente a la necesidad de otros muchos. Aquellos que viven con seguridad económica por lo general viven otro tipo de penurias, que los va llevando a la ruina espiritual.

2. En la parábola presentada advertimos algunas características del infierno. Últimamente constato que algunas personas piensan que el infierno no existe o que no es más que una mera alegoría. ¡Pero es real! Seguro alguno me ha escuchado mencionar que el pecado que condena al rico de la parábola es la indiferencia. No hace falta ser un asesino en serie o un ladrón profesional para ir al infierno. Jesús nos señala con ejemplos sencillos que incluso por acciones aparentemente insignificantes podemos recibir la condenación. El infierno será el lugar de castigo y tormento para aquellos que no han vivido las exigencias del amor a Dios y al prójimo. Yo creo que Jesús no nos grafica este pasaje con la intención aterrorizarnos, sino, más bien, para animarnos a amar al prójimo y no caer en la indiferencia. Un detalle curioso radica cuando el rico está en el infierno; él pide que Lázaro le haga un favor: que moje su dedo en agua. Esto quiere decir que quien pasa necesidad ahora es él; los papeles se han invertido. Con ello otra referencia importante: ¿Por qué no puede Lázaro atender el pedido del rico condenado? Simple, porque los separa un abismo. ¡Las almas no salen de donde están! No pensemos que las almas penan, por favor.

3. Entonces, ¿qué es lo más importante? El encuentro. Ante todo encontrarme con Dios, y encontrarme también con el prójimo. El papa Francisco, en algunas oportunidades, nos habla de la importancia de «la cultura del encuentro» frente a «la cultura del descarte». Si el rico se hubiera abierto al encuentro con el pobre Lázaro la historia hubiera sido por completo distinta. Así pues, cabe recordar que cuando uno vive con el corazón puesto en las riquezas queda consecuentemente lejos de Dios; no es posible servir a dos señores. Sobre este deseo resulta imposible prevalecer en el combate de la fe de la que habla la segunda lectura, no se anhela la vida eterna que lleva al encuentro con Dios. Para una correcta religión se requiere un corazón cargado de virtudes, y son precisamente Dios y su Palabra quienes nos colocan en nuestro debido lugar.

Que este domingo reflexionemos sobre estas tres realidades: la preocupación por lo material, las consecuencias de vivir egoístamente en pecado y la necesidad de encontrarnos con Dios y amar al prójimo.

Quiero terminar esta reflexión mencionando que hace dos años empecé con esta aventura de escribir un cometario sobre el Evangelio casi semanalmente. Agradezco a los que la esperan, a los que la leen, a los que me hacen alguna observación, y de modo muy especial a quien se ha sumado a esta labor y, casi siempre, tiene la gentileza de revisar el texto y corregir los errores antes de su publicación ¡Gracias a todos!

Que tengan un buen domingo en la presencia del Señor.

Sigamos cuidándonos.

P. Martín


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