DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera lectura: Isaías 5, 1-7; Salmo 79, 9.12.13-14.15-16.19-20; Segunda lectura: Filipenses 4, 6-9; Evangelio Mateo 21, 33-43.
¿UVAS O FRUTOS AGRACES?
La imagen que nos pone la primera lectura y el evangelio de hoy es la de la viña. La primera lectura es "Un poema compuesto por Isaías al comienzo de su ministerio, probablemente basándose en alguna canción de la vendimia" (Cf. Biblia de Jerusalén, p.1099) y el evangelio es la parábola de los viñadores homicidas, continuación inmediata del evangelio del domingo anterior.
La viña es una de las imágenes usadas con más frecuencia en la Biblia y refiere a la adhesión de los creyentes con Dios. Para la época de Isaías la viña era una de las posesiones más valiosas para un trabajador, no sólo por los frutos que podía producir sino también por todo el empeño que pone en lograr esos frutos. Por esa razón le puede producir frustración el que de los frutos no esperados, los frutos amargos, los frutos agraces.
En la primera lectura se relata todos los esfuerzos que hace Dios, retratado en el esposo, por su viña que no dio buenos frutos, dio frutos amargos. En la lectura se dice que esos frutos no sirven para nada. Esa viña es la casa de Israel, esta lectura es la síntesis de la historia de la salvación, en esa relación de fidelidad de Dios e infidelidad del hombre, y los frutos agraces o amargos son las acciones malas, el pecado, que comete el pueblo de Israel.
El evangelio va en la misma línea: hay un propietario: Dios, Él envió criados, otros criados e incluso a su propio hijo y los asesinaron. Es el retrato de lo que sucedió con tantos enviados de Dios que advertían en camino de bien y la conversión y profecía de lo que sucederá con su propio Hijo, Jesús. El final de esta historia es trágico: volverá el propietario a ajusticiar a los malos viñadores.
La segunda lectura nos puede iluminar y complementar en lo que dicen las demás lecturas: nada nos puede preocupar si hacemos el bien, nada debemos temer si nos adherimos a lo verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable. Seremos buenos viñadores si nos adherimos en la oración y con las buenas obras "Y el Dios de la paz estará con vosotros". Podemos decir con el salmo "No nos alejaremos de ti, danos vida para que invoquemos tu nombre"
La viña es una imagen del pueblo escogido, nosotros somos ese pueblo escogido por Dios para hacernos participes de sus promesas. A diferencia de una plantita nosotros tenemos la decisión de qué queremos ser: uvas dulces o frutos amargos. Si queremos ser de las uvas dulces practiquemos el bien, la justicia, vivamos en santidad; si queremos ser frutos amargos dejémonos llevar por las obras del mundo y de la carne, llevémosle la contraria a las pautas de la segunda lectura.
¡Buen Domingo en la presencia de Dios!
P. Martín
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