PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B

Primera lectura: Isaías 63, 16b-17.19b; 64, 2b-7; Salmo 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19; Segunda lectura: 1a Corintios 1, 3-9; Evangelio: Marcos 13, 33-37.

ESTAR ALERTAS Y VIGILAR

Por misericordia de Dios iniciamos un nuevo año litúrgico. Sí lees bien: por misericordia de Dios. En nuestro mundo actual, donde todo se puede comprar con una tarjeta y donde se habla mucho de los derechos, suponemos que todo nos tiene que ser dado. Pero si reflexionamos un poquito, muchas cosas que damos "por supuestas" y "por derecho" en realidad llegan a nosotros por misericordia de Dios. Valoremos esa oportunidad que nos regala Dios, a sabiendas que podría ser la última.

El adviento es el tiempo litúrgico en que el contemplamos las venidas de Jesús. La primera parte, llamada "adviento escatológico" trata de la segunda venida de Jesús, lo que se llama Parusía, es decir cuando vuelva glorioso a juzgar a vivos y muertos. La segunda parte es lo que algunos llaman "adviento natalicio" es propiamente una preparación inmediata para la celebración de la primera venida: la Navidad. Esta segunda parte es denominada también "Ferias privilegiadas". En la historia de la liturgia el adviento más antiguo es el primero. Se puede ver en los escrito del Nuevo Testamento que los primeros cristianos consideraban inminente la segunda venida de Cristo. 

San Bernardo nos habla en uno de sus sermones (se lee completo en la segunda lectura del oficio de lecturas del martes de la primera semana de adviento) de una venida intermedia: a través de la escucha de la Palabra de Dios.

Brevemente algunas ideas que nos pueden iluminar desde las lecturas de este domingo.

La primera lectura está tomada del capítulo 63 de Isaías. Está en la segunda parte del libro y trata de la consolación de Israel. Ese capítulo trata, en especifico, del juicio a los pueblo. Probablemente este texto está escrito en la época del destierro y la esclavitud. Esa esclavitud trasciende y es relacionada con el pecado. La lectura muestra la desesperación de los israelitas ante el juicio de Dios. Se puede ver cómo los israelitas imploran la misericordia de Dios y su clemencia. Le piden que no se irrite y que no recuerde la maldad que hay en ellos.

La segunda lectura tiene un preámbulo eucarístico: San Pablo agradece a Dios por la gracia que ha dado en Cristo. Acción de gracias es Eucaristía en griego. La gracia, es decir los dones sobrenaturales, es precisamente lo que necesitaban los israelitas de la primera lectura. San Pablo dice que los cristianos, por la gracia, han sido enriquecidos, dan testimonio predicado y vivido, y esa gracia hace que aguarden la venida y la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo sin miedo. 

Y en el Evangelio escuchamos la invitación a estar alertas y a vigilar. No sabemos cuándo es el "tiempo fijado" (v. 33) ni cuándo viene "El Señor de la casa" (v. 38) pero sucederá. Tenemos que estar atentos, que no nos encuentre dormidos (v. 36). Este texto muestra la expectativa de los primeros cristianos por la inminente segunda venida de Cristo. Dice Jesús: "A todos les digo", por tanto, nadie puede evadir esa invitación. 

Muchas veces vamos por la vida por inercia, vamos viviendo por que hay que vivir, pero lo que quiere Dios para nosotros es enriquecernos de su gracia y llevarla a la vida cotidiana. La segunda lectura precisamente nos incentiva a eso: hacer vida la gracia de Dios, hacer extraordinario de lo ordinario, hacer que nuestro conocimiento y amor a Dios se transforme en obras concretas. Mientras hagamos lo que tenemos que hacer no hay nada que temer y podemos decir ¡Marana tha, Ven Señor Jesús! ¡Apresura tu venida!

¡Buen Domingo en la presencia del Señor!

P. Martín

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