CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

Primera lectura: 2Samuel 7,1-5.8b-11.16; Salmo 88, 2-3.4-5.27.29; Segunda lectura: Romanos 16, 25-27; Evangelio: Lucas 1, 26-38.

JESÚS ESTÁ CERCA



Las lecturas de éste domingo tienen una gran riqueza de mensajes, pero quisiera destacar tres:

1)   Dios quiere tener una familia: En la primera lectura vemos a David, ese rey de paz, que nos hace recordar a Jesús cuando le dice a Pilato que su reino no es de este mundo. En nuestro mundo reina la violencia la desigualdad la incomprensión tantas cosas que no tienen nada que ver con el mensaje de Dios: mensaje de paz.

El profeta Natán recibe la Palabra de Dios para David manifestándole su deseo de querer habitar en medio de su pueblo pero no de una forma lejana sino como un padre con sus hijos, como familia. Esto se entiende perfectamente por todo lo que hizo Jesús logrando para toda la humanidad, para cada uno de nosotros, para ti y para mí, esa adopción filial, que no es como la conocemos aquí en el mundo sino que ha logrado que seamos hijos adoptivos con su rostro.

Ese es el reino que Dios quiere, ese es el nuevo Israel, que cada uno de los hombres sea una presencia de Cristo, que en este reino identifiquemos en el prójimo al Jesús que viene a mi encuentro.

Por otro lado, la primera lectura nos quiere mostrar esa vinculación de Jesucristo con el linaje de David. En el evangelio vamos a ver que se alude a esa vinculación cuando el Ángel se lo dice a María: que va a dar a luz un niño que pertenece a la estirpe de David y que le dará su trono. Jesús es el perfecto David que instaura ese reino distinto, ese reino de paz, ese reino que tiene como centro a Dios a través de una experiencia totalmente distinta de la religión de la época.

2)  Un segundo detalle que quisiera comentar con ustedes es que Dios a través de Jesucristo se nos quiere dar a conocer. Según en la segunda lectura vemos que la revelación plena llega con Jesucristo pero con una finalidad que la humanidad obedezca en la fe. “Obediencia” significa escuchar de lo alto y podemos pensar en esos momentos hermosos del bautismo en el Jordán o la transfiguración en donde el Padre nos dice que escuchemos a su Hijo. El escuchar de la Palabra de Jesús nos lleva a la experiencia la fe que implica obedecer su mensaje, pero no por servilismo, sino con confianza en el poder de su palabra.

Esa Palabra resuena en nosotros en estos días y tiene un mensaje transversal: la salvación. Preguntémonos hoy ¿Qué mensaje estoy escuchando a días de la Navidad? El consumismo, las compras, la comida, los regalos, las cosas materiales, etcétera. El mensaje esta Navidad es: Jesús viene a salvar y ese tiene que ser el centro y el pensamiento de todos nosotros en estos días: la salvación viene a través de Jesús. Por eso qué importante es escuchar a San Pablo y ver que la obediencia en la fe es clave para alcanzar la salvación.

3)  Y, en conexión con esta segunda lectura, vemos en el Evangelio a la Virgen María que es la primera que obedece en la fe. Ella pregunta “¿cómo será esto que no conozco varón?” y el Ángel mensajero de Dios le dice que no se preocupe, que ella es la llena de Gracia, que ella ha recibido al Espíritu Santo y Él hará maravillas impresionantes en su vida. Lo único que podemos decir es que María es el modelo de la obediencia a la voluntad de Dios, ella es la llena de Gracia, ella es la madre de Dios. Por eso qué importante es contemplar su docilidad.

Y esa disponibilidad de la santísima Virgen nos sirve de ejemplo para ponernos en las manos de Dios, hacer un acto de abandono y cumplir su voluntad con profunda confianza.

En este domingo ya cerca de la Navidad hagamos un examen de conciencia de cómo me estoy preparando ante este acontecimiento, en qué me estoy preocupando en estos días, a qué le estoy dando más importancia. Quiero ayudarte diciendo la posible respuesta: me preparo con una buena confesión, me preocupo de que Jesús nazca en mi corazón y lo pongo centro esta Navidad. Si no habías pensado en esta respuesta, de repente, estás viviendo la navidad comercial (estás leyendo bien: en minúscula)

Qué triste es ver cómo el centro de la Navidad se ha desenfocado. Hoy el símbolo de la Navidad es un árbol, son unos regalos, es el tener que gastar, y eso no es la Navidad. La Navidad es Jesús. La Navidad es estar ante ese acontecimiento infinito de salvación. La Navidad es contemplar a la Virgen y a San José cómo se ponen en las manos de Dios y hacen su voluntad. Eso es lo que tenemos que hacer en esta Navidad, distinta, pero igual de significativa.

Buen domingo y preparemos nuestro corazón para la Navidad de Jesús.

P. Martín


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