CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

Primera lectura: Deuteronomio 18, 15-20; Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9; Segunda lectura: 1Corintios 7, 32- 35; Evangelio: Marcos 1, 21- 28.


EL PROFETA

En este cuarto domingo del tiempo ordinario surgen varios temas por reflexionar. Hay uno en concreto en el que me quisiera detener: el profetismo.

Muchas veces pensamos, parcialmente, que el profeta es aquel que sólo dice cosas feas u oráculos destructores. Un pensamiento así ya nos bloquea ante el profetismo. No vamos negar que en algunos momentos lo tiene que hacer, pero por la desidia del hombre que no escucha la Palabra de Dios. El profeta tiene como misión fundamental el hablar en nombre de Dios. Y de aquí una consecuencia: el profeta va a incomodar, se le va a rechazar y no se le va a comprender.

En la primera lectura precisamente vemos en la experiencia de Moisés que se da ese rechazo a su misión. Por eso Dios le dice que suscitará un profeta al que escucharán. Esto se puede ver en el Evangelio de hoy donde se ve a Jesús que enseña con autoridad y es algo que asombra y, aunque no se diga, que provocaba escucharlo.

En segundo lugar, Dios le dice a Moisés que suscitará un profeta al que escucharán. Claro que es un anticipo de Jesús, el Verbo hecho carne. Tanto en Moisés como en Jesús lamentablemente van a pasar por la experiencia del rechazo y la incomprensión. Jesús alguna vez dirá que lo buscan por lo que hace y no por lo que dice: lo buscan por pan, por curaciones, por prodigios, pero hay muy pocos dispuestos a cumplir su Palabra.

Dios le hace una advertencia a Moisés: Le pedirá cuentas al que no escuche la palabra que pronuncie el profeta. Todo lo que Dios dice a través de los mediadores no es más que palabra salvadora y liberadora. No podemos dejar de decir que es una palabra exigente y que pide responsabilidad. Algunas veces no la escuchamos y no la ponemos por obra porque tenemos el corazón duro como dice el salmo, porque somos como los de Meribá.

Lo que nos pide Dios a través del profeta y que Jesús lo sintetiza muy bien es el amor. Amar a Dios y amar al prójimo. Un corazón duro no es capaz de escuchar ni de amar de verdad. Por eso, el fondo del mensaje de Dios y lo que espera de nosotros es amor. Escuchar a Jesús hace que todos los espíritus inmundos, los pecados, vicios y defectos desaparezcan de nosotros.

Y esto cuadra muy bien con la segunda lectura. El capítulo 7 de primera de corintios es, probablemente, el capítulo más importante de la biblia sobre el matrimonio y afines. San Pablo resalta la virginidad sobre el matrimonio, precisamente para tener más libertad para amar. No es que el matrimonio sea malo, es muy bueno, pero conlleva dejar de mirar con libertad al Señor. Lo dice porque es cosa noble tratar al Señor sin preocupaciones. Hoy este mensaje no se entiende por la sobre erotización en la que vivimos.

Escuchar al profeta, escuchar a Jesús, poner por obra su Palabra de amor y buscar el trato con Él sin preocupaciones, es lo que todos debemos aspirar a realizar.

¡Buen domingo y a seguirse cuidando!

P. Martín

 

 

 

Comentarios

  1. Gracias padre Martín por sus reflexiones, el remedio para todo es EL AMOR

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