FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Primera lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7; Salmo 28; Segunda lectura: Hechos 10, 34-38; Evangelio: Marcos 1, 7-11

El Hijo es el Siervo

Hoy estamos celebrando la fiesta litúrgica del Bautismo del Señor. Antiguamente todo esto se concentraba en la fiesta de la Epifanía, pero hoy tenemos esta fiesta con la que se clausura las fiestas navideñas y se inicia el tiempo ordinario.

En la primera lectura Isaías habla en nombre del Señor acerca del Siervo. Para ello hay que saber que en el libro del profeta hay 4 cantos del siervo y hoy estamos leyendo parte del primero. Haciendo una lectura cristiana del texto el Siervo de Isaías ha sido identificado con Jesús, el Mesías.

Un primer detalle que quisiera destacar, y que de repente pasa desapercibido, es el que en la primera lectura Isaías habla en nombre de Dios: “Así dice el Señor”. No olvidemos que en el lenguaje bíblico los profetas no dicen oráculos a título personal (y en eso se distinguen de los falsos profetas que pronunciaban supuestos “oráculos” y los acomodaban a su beneficio particular). Los profetas son instrumento material de Dios para transmitir un mensaje en su nombre. Y al final del Evangelio de hoy vemos que la voz del Cielo que habla de su Hijo. En esto se justifica la identificación del Siervo de Isaías con el Hijo del que habla el Evangelio.

Otro detalle que quisiera resaltar es que ese Hijo, ese Siervo, Jesucristo, es el Cristo: el Ungido. En la primera lectura Isaías, en nombre de Dios, dice que en el Siervo Dios ha puesto su Espíritu, en la segunda lectura dice san Pedro que Jesucristo es el Ungido de Dios con la fuerza del Espíritu (el Cristo) y en la escena del Bautismo de Jesús se ve el descenso del Espíritu Santo en forma de paloma. Resalto este detalle porque no podemos perder de vista que el Verbo se encarna por obra y gracia del Espíritu Santo en María.

Un tercer detalle es considerar que el Siervo ha venido para traer la justicia y la rectitud (nuestra traducción litúrgica pone “derecho”).  El Siervo viene a iluminar cómo deben ser las relaciones con Dios y entre los hombres. Viene a mi memoria lo que dice Jesús en el sermón de la montaña: “No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud” (Mt 5,17). Y este mensaje es para todos y en vistas a agradar lo más posible a Dios. Por eso en la segunda lectura san Pedro dice que “acepta al que obra rectamente”, es decir que Dios no hace acepción de personas, le habla a todos, no se parcializa ni se acomoda con nadie. El mensaje del Siervo, del Ungido, de Jesús es un mensaje de salvación.

Finalmente, vemos en la primera lectura que Jesús es el llamado a realizar el plan salvador de Dios, el que ha sido hecho mediador, aquel que bautizará con Espíritu. Jesús en su bautismo inaugura lo que conocemos como su vida pública, en ella se dedicará a anunciar el Evangelio de salvación para todos los hombres. Cristo en todo nos da ejemplo y aquí, en su bautismo, nos muestra que todos estamos llamados a vivir con fidelidad y radicalidad el mensaje salvador.

A la luz de la Palabra podemos preguntarnos: ¿Qué tan comprometidos estamos en vivir la Palabra y las exigencias que nos compromete nuestro bautismo? ¿Qué tan empeñados estamos en que nuestra fe crezca y se contagie a los demás? ¿Qué puedo hacer para que mi experiencia de cristiano vaya acorde a lo que el bautismo significa?

El bautismo como sacramento tiene como fin último reproducir en nosotros el rostro de Jesús, ojala que este día lo aprovechemos para examinarnos y ver si estamos a la altura de lo que e sacramento nos exige.

¡Feliz fiesta del Bautismo del  Señor!

p. Martín

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