QUINTO DOMINGO DE CUARESMA - CICLO B

Primera lectura: Jeremías 31, 31 - 34; Salmo 50, 3- 4. 12- 13. 14 - 15; Segunda lectura: Hebreos 5, 7 - 9; Evangelio: Juan 12, 20 - 33


"LLEGAN DÍAS..."

Estamos en la recta final de la cuaresma. Ya las lecturas y las oraciones nos van acentuando la cercanía de aquellos días en los que se realiza la salvación de:  la humanidad entera. Por eso, si vamos viviendo bien la cuaresma y si nos ejercitamos en obras de penitencia y de caridad vamos a llegar “en forma” para este acontecimiento de salvación.

En la primera lectura, tomada del libro de Jeremías, nos encontramos con el único pasaje explicito del antiguo testamento donde se habla, perdonen la redundancia, explícitamente de la alianza. Dice que llegarán días en que Yavhé hará alianza con la descendencia de Israel y Judá. Quiero resaltar que Dios siempre el que da el primer paso, es el que toma la iniciativa, es el que quiere que todo vuelva al orden.

Un segundo detalle es que Yavhé no quiere hacer una alianza como la de los padres en el desierto del Sinaí, que está marcada por la infidelidad. Como decía este es el pasaje más explicito de la Alianza en el Antiguo testamento, pero ya antes de estas palabras de Jeremías ya hubo otras 4 alianzas. Todas ellas están marcadas por el deseo de Yavhé de purificarnos y restaurar el estado original.

Esa misma dinámica se puede aplicar a nosotros: Nosotros cuántas veces hemos roto la alianza de amor con Dios, hemos transgredido su voluntad y hemos puesto a Dios en otro plano de nuestra vida.

Y tercer detalle: El que hace alianza con Yavhé se compromete a vivir la ley que Él inscribirá en sus corazones, enseñar a otros a reconocer al Dios verdadero, ser parte del Pueblo de Dios. Esa alianza será pactada con el nuevo Pueblo de Dios el día de la Ultima cena cuando Jesús entrega anticipadamente a los doce la alianza hecha con su cuerpo y sangre. La alianza compromete, no deja indiferente.

La segunda lectura tomada de la carta de los Hebreos vemos como Cristo aprendió con sufrimiento. En el mundo que vivimos más bien se evade el sufrimiento, se anestesia, no se entiende. El sufrimiento es doloroso y hay que descubrir su sentido redentor y salvífico. Este sufrimiento y dolor lo lleva al Hijo a obedecer. Esa obediencia trae como resultado el que el Hijo sea el autor de la salvación. Esto es importantísimo, Jesús por su obediencia se constituye como redentor.

Y en el evangelio de este domingo quisiera resaltar tres puntos: El primero es que ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Como decía al inicio ya estamos cada vez mas cerca de la Semana Santa en donde viviremos realmente el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Ese misterio no se queda solo en la muerte sino que llega a la Resurrección. El segundo detalle es que el grano de trigo tiene que morir para ser fecundo. Eso, por diversas razones nos hace pensar en la Cruz de Jesús. En ella vemos que la muerte tiene un valor infinito, distinto, redentor. Y la tercera que quiero resaltar es como el Padre vuelve a hablar: “Lo he glorificado y volveré a glorificar”. El Padre solo habla de su Hijo y todo lo que refiere de Él es para mostrar lo grande que es.

Que estos días sean de intensificar la penitencia cuaresmal para poder vivir con intensidad los misterios que contemplaremos en la Semana Santa.

Buen domingo y a seguirse cuidando,

P. Martín

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