SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS - EL ESPÍRITU SANTO - CICLO B
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2, 1 - 11: Salmo 103, 1ab. 24ac - 30- 31.34; Segunda lectura: 1Corintios 12, 3b - 7. 12 - 13; Evangelio: Juan 20, 19 - 23.
¡VEN ESPÍRITU SANTO!
Hoy celebramos la solemnidad de
Pentecostés. Pentecostés en un primer momento, para el pueblo judío era el
recuerdo de la entrega de las tablas de la ley a Moisés, luego pasó a ser una
fiesta agrícola. Para nosotros, los cristianos, es el momento donde el Espíritu
Santo desciende sobre María y los apóstoles reunidos en el cenáculo. Gracias a
la Liturgia de la iglesia y precisamente a la acción del Espíritu Santo nosotros
también disfrutamos del descenso del Espíritu Santo.
Vamos a ver, en la primera
lectura, algunos signos que evidencian la presencia del Espíritu Santo en
este acontecimiento. Aparece como un viento, ese viento que refresca y
que no abochorna. El Espíritu viene a darnos un aire nuevo. Es por eso que la Iglesia
se manifiesta plenamente en el día de Pentecostés, es esa nueva religión de la
verdad y de la gracia, de la libertad y del amor que refresca el mundo
anunciando a Jesucristo por el Espíritu de la Verdad. Ese viento nuevo es el
que guía al nuevo pueblo de Dios.
Aparece como unas llamaradas
como de fuego. Es decir que el Espíritu aparece como esa guía como esa
columna de fuego que apareció guiando al pueblo mientras recorría el camino del
Éxodo. Es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia. Y así es que los
apóstoles hablan en diversas lenguas. Esto no es más que una expresión
de la universalidad de la Iglesia que se genera desde el descenso del Espíritu
Santo. Sólo el que posee el Espíritu puede hablar en lenguaje del amor, ese
amor que se ha derramado en nuestros corazones precisamente con el Espíritu
santo que se nos ha dado dice San Pablo en la carta a los romanos.
Si nos damos cuenta detrás de
estos signos hay tres elementos bastante resaltantes. En primer lugar,
ese fuego que quema todo el pasado y hace nueva todas las cosas, ese Espíritu
que viene refresca todo y nos refresca nosotros, que también lo
recibimos en la santa misa de hoy y cada vez que recibimos la comunión
sacramental en la que Jesús nos alcanza el Espíritu santo cuando estamos en gracia,
y también vemos como el Espíritu impulsa los primeros apóstoles cristianos a
anunciar el mensaje de Jesucristo a dar testimonio de ese mensaje de
salvación universal. El Espíritu santo se vale los primeros cristianos para
anunciar a toda la humanidad en lo que va a venir de la historia que Jesús es
el Salvador.
Precisamente la segunda
lectura dirá que nadie puede decir que Jesús es el Señor sin el Espíritu
Santo. Podemos tener muchas ideas de Jesús podemos conocer muchas teorías,
incluso teológicas, sobre él, pero el tener la certeza de que Jesús es Dios, el
Señor, viene del Espíritu Santo que viene en nuestra ayuda. Además, en la
segunda lectura vemos que si bien es cierto hay diversidad de servicios
ministerios y carismas es, precisamente, el Espíritu Santo el que le da
unidad en el cuerpo místico de Cristo para que estemos al servicio de todos
y en todo momento. Es el Espíritu el que da la vida y vivifica a la Iglesia, esposa
de Cristo.
Algunos consideran que hoy es el
“cumpleaños” de la iglesia (personalmente considero que la Iglesia nace del
costado abierto de Cristo en la cruz, y hoy es la plena manifestación de ella).
Hoy vemos en el fenómeno del hablar lenguas el hecho de que la Iglesia quiere
llegar a todos los hombres como camino de salvación.
Y en el evangelio
escuchamos como Jesús les da el Espíritu a los apóstoles el día de la
resurrección. San Gregorio Nacianceno dice que el Espíritu Santo lo recibieron
los discípulos en tres momentos: en la pasión en la resurrección en la
Ascensión. Y el día de la resurrección Jesús da el Espíritu, pero los apóstoles
no estaban del todo preparados para esa plena manifestación de él en sus vidas
y para la iglesia. Por eso antes de ascender dice que vuelvan a Jerusalén para
esperar el bautismo en el Espíritu Santo, es decir, ser sumergidos en el para
que la Iglesia empiece su misión de anunciar a todos la salvación que
Jesucristo alcanzó por su sacrificio en la cruz.
El Espíritu santo viene a nosotros
a través del bautismo de la confirmación y del orden sagrado. El Espíritu
no puede ser menospreciado, al contrario, el Espíritu tiene que ser adorado, reverenciado,
deseado y alcanzado por nuestras buenas obras y nuestra alma en Gracia. El Espíritu
Santo quiere a reinar, para qué sea el que nos lleva a la verdad, al amor, a la
gloria. El Espíritu viene para hacernos libres de toda atadura de pecado. El Espíritu
viene para llevarnos a la verdad completa. La misión del Espíritu Santo en
la vida de la Iglesia sobre todo el de la santificación; por tanto, hablar
del Espíritu Santo es hablar siempre de santidad, siempre de hacernos como
Cristo, siempre hacernos divinos.
Por lo tanto, queridos hermanos,
por misericordia de Dios llegamos a este día para pedirle al Espíritu Santo,
una vez más, que llene nuestro corazón y nuestra vida, y nos haga discípulos deseosos
de la santidad, aquellos que formamos la Iglesia de Cristo, la Iglesia
verdadera, la Iglesia de Dios.
Le pedimos al Espíritu Santo que
venga todos nosotros y que nos conceda donde la salud del cuerpo, que quite
esta pandemia, que nos aumente la fe, que confiamos en el poder y la
misericordia de Dios.
P. Martín
Amen, ven ven ven Espiritu Santo,, ven a Reinar aquí en la tierra con tu amor
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