SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Primera lectura: Apocalipsis 11, 9a. 12 - 6a. 10ab; Salmo 44, 10.11.12.16; Segunda lectura: 1Corintios 15, 20 - 27; Evangelio: Lucas 1, 39 - 56


Hoy hacemos un paréntesis en los domingos del tiempo ordinario por que coincide con la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Es dogma de fe que
“terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores” (Lumen Gentium 59). Benedicto XVI nos recordaba: “En la Iglesia católica, el dogma de la Asunción —como es sabido— fue proclamado durante el Año santo de 1950 por el venerable Pío XII. Sin embargo, la celebración de este misterio de María hunde sus raíces en la fe y en el culto de los primeros siglos de la Iglesia, por la profunda devoción hacia la Madre de Dios que se fue desarrollando progresivamente en la comunidad cristiana.” (15 de agosto 2012)

En la primera lectura, tomada del Apocalipsis de san Juan, se nos presenta el santuario de Dios y la aparición del arca de la alianza. Para el Antiguo testamento el arca era signo de la presencia de Dios, más aún, el instrumento que llevaba la presencia de Dios representado en las tablas de la Ley. María, muy superior al arca, llevó en su seno al mismísimo Dios hecho hombre y, por tanto, es muy superior al arca, es la nueva arca de la alianza por la que, por su colaboración, Dios restablece la alianza con los hombres rota por el pecado. Luego aparece otro gran signo complementario con el del arca: la mujer vestida de sol y con las doce estrellas. Algunos han dado interpretaciones sobre a quién se refiere este personaje: algunos hablan de Israel presentado en forma de mujer en el Antiguo testamento, otros hablan de una figura esponsal, pero para nosotros, por fe, vemos en esta mujer a María, la nueva Eva. Hay otro signo a su lado: el dragón que quiere dañar al niño que llevaba en su seno. La mujer es la madre del nuevo pueblo de Israel, la Iglesia, simbolizada en las doce estrellas que aludirían a las 12 tribus de Israel. Y el niño que llevaba en su vientre, por que estaba embarazada, es Jesús. Tanto María como Jesús son los que vencen el poder del dragón que quiere hacer daño a las naciones que gobernará el hijo varón.

En esa línea, la segunda lectura nos muestra a Cristo, el nuevo Adán. El es la “primicia” de los que han muerto. Las primicias eran algo valioso para los judíos, era la ofrenda que se hacía en algunos casos. Cristo, “la primicia”, ofrecido por los pecados de los hombres, es el primero en resucitar, pero no entendido como algo exclusivo de Él, sino como el primero de esa gran muchedumbre que va a resucitar de los muertos. El ser humano no ha sido creado para la muerte, el hombre en el estado antes del pecado original era inmortal, pero consecuencia del pecado del primer Adán el ser humano está marcado por el pecado y su consecuencia más trágica: la muerte. Ese Cristo glorioso tiene el poder de reinar en todo y todos y de derrotar, junto con la Mujer de la primera lectura, el poder del mal.

Por otro lado, en esta lectura vemos las consecuencias de la obra de Jesús y de Adán: Las obras de Jesús vivifican, las obras de Adán, luego del pecado, matan. Por eso, la primera que vive esa pureza original es María Santísima, madre de Dios y madre de todos los hombres, que vive con exquisita pureza y humildad, y nos muestra que es posible vivir en santidad.

Respecto del Evangelio de hoy, San Ambrosio decía que “El ángel…le anunció a María, la virgen, que una mujer de edad avanzada y estéril iba a ser madre, mostrando así que Dios puede hacer todo lo que desea.” Con lo cual, María puede dar testimonio que Dios obra incluso en los imposibles. Dios hace de todo para que se pueda realizar la obra de la salvación. Dios es infinitamente grande para salvar a los hombres. Luego, al encontrarse María con Isabel, esta ultima lanza una profecía: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”. ¿Quién se lo reveló a Isabel? Como madre del profeta, lanza una profecía. Anuncia que el niño de María no es cualquier niño, sino el Cristo que vencerá al dragón. Signo de la alegría de la presencia del Mesías el niño Juan salta de alegría en su vientre. Sí, Cristo trae alegría, trae vida, trae novedad.  Ante ello, María reconoce su pequeñez ante la misión que Dios le pedía. Decía el papa Francisco al respecto: “El Señor hace maravillas con los pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto.” (15 de agosto 2019)

Queridos amigos, la fiesta de hoy nos pone delante de tres verdades: 1) Que lo que Dios quiere para nosotros es infinitamente más grande que lo que pensamos: que seamos santos 2) Que el ser humano está creado para la inmortalidad y 3) Que Dios obra con los pequeños y las cosas pequeñas.

Termino con otro pensamiento del papa Francisco: “En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino para conquistar la patria de allá arriba, que es para siempre.” (15 de agosto 2019)

 Buen domingo en presencia del Señor y a seguirse cuidando.

P. Martín

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