SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Primera lectura: Apocalipsis 11, 9a. 12 - 6a. 10ab; Salmo 44, 10.11.12.16; Segunda lectura: 1Corintios 15, 20 - 27; Evangelio: Lucas 1, 39 - 56
En la primera lectura,
tomada del Apocalipsis de san Juan, se nos presenta el santuario de Dios y la
aparición del arca de la alianza. Para el Antiguo testamento el arca era signo
de la presencia de Dios, más aún, el instrumento que llevaba la presencia de
Dios representado en las tablas de la Ley. María, muy superior al arca, llevó
en su seno al mismísimo Dios hecho hombre y, por tanto, es muy superior al
arca, es la nueva arca de la alianza por la que, por su colaboración, Dios
restablece la alianza con los hombres rota por el pecado. Luego aparece otro
gran signo complementario con el del arca: la mujer vestida de sol y con las
doce estrellas. Algunos han dado interpretaciones sobre a quién se refiere este
personaje: algunos hablan de Israel presentado en forma de mujer en el Antiguo
testamento, otros hablan de una figura esponsal, pero para nosotros, por fe,
vemos en esta mujer a María, la nueva Eva. Hay otro signo a su lado: el dragón
que quiere dañar al niño que llevaba en su seno. La mujer es la madre del nuevo
pueblo de Israel, la Iglesia, simbolizada en las doce estrellas que aludirían a
las 12 tribus de Israel. Y el niño que llevaba en su vientre, por que estaba
embarazada, es Jesús. Tanto María como Jesús son los que vencen el poder del
dragón que quiere hacer daño a las naciones que gobernará el hijo varón.
En esa línea, la segunda
lectura nos muestra a Cristo, el nuevo Adán. El es la “primicia” de los que
han muerto. Las primicias eran algo valioso para los judíos, era la ofrenda que
se hacía en algunos casos. Cristo, “la primicia”, ofrecido por los pecados de
los hombres, es el primero en resucitar, pero no entendido como algo exclusivo
de Él, sino como el primero de esa gran muchedumbre que va a resucitar de los
muertos. El ser humano no ha sido creado para la muerte, el hombre en el estado
antes del pecado original era inmortal, pero consecuencia del pecado del primer
Adán el ser humano está marcado por el pecado y su consecuencia más trágica: la
muerte. Ese Cristo glorioso tiene el poder de reinar en todo y todos y de
derrotar, junto con la Mujer de la primera lectura, el poder del mal.
Por otro lado, en esta lectura
vemos las consecuencias de la obra de Jesús y de Adán: Las obras de Jesús
vivifican, las obras de Adán, luego del pecado, matan. Por eso, la primera que
vive esa pureza original es María Santísima, madre de Dios y madre de todos los
hombres, que vive con exquisita pureza y humildad, y nos muestra que es posible
vivir en santidad.
Respecto del Evangelio de hoy,
San Ambrosio decía que “El ángel…le anunció a María, la virgen, que una
mujer de edad avanzada y estéril iba a ser madre, mostrando así que Dios puede
hacer todo lo que desea.” Con lo cual, María puede dar testimonio que Dios
obra incluso en los imposibles. Dios hace de todo para que se pueda realizar la
obra de la salvación. Dios es infinitamente grande para salvar a los hombres.
Luego, al encontrarse María con Isabel, esta ultima lanza una profecía: “¿Quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”. ¿Quién se lo reveló a Isabel?
Como madre del profeta, lanza una profecía. Anuncia que el niño de María no es
cualquier niño, sino el Cristo que vencerá al dragón. Signo de la alegría de la
presencia del Mesías el niño Juan salta de alegría en su vientre. Sí, Cristo
trae alegría, trae vida, trae novedad.
Ante ello, María reconoce su pequeñez ante la misión que Dios le pedía.
Decía el papa Francisco al respecto: “El Señor hace maravillas con los
pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la
vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los
humildes. María alaba a Dios por esto.” (15 de agosto 2019)
Queridos amigos, la fiesta de hoy
nos pone delante de tres verdades: 1) Que lo que Dios quiere para nosotros es
infinitamente más grande que lo que pensamos: que seamos santos 2) Que el ser
humano está creado para la inmortalidad y 3) Que Dios obra con los pequeños y
las cosas pequeñas.
Termino con otro pensamiento del
papa Francisco: “En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la
razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se
desvanecen, sino para conquistar la patria de allá arriba, que es para
siempre.” (15 de agosto 2019)
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