DOMINGO VIGÉSIMO QUINTO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

Primera lectura: Sabiduría 2, 12. 17 - 20; Salmo53, 3-4. 5 . 6. 8, Segunda lectura: Santiago 3, 16 - 4, 3; Evangelio: Marcos 9, 30 - 37


En la primera lectura vemos algo que está presente en muchos grupos de personas, de la sociedad o incluso dentro de la misma Iglesia: la coherencia interpela. "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo". Somos fáciles para juzgar, cuestionar o calificar. Queremos que los demás estén a nuestra medida y con nuestros criterios (y algunas veces "malos" criterios). Somos poco empáticos y no sabemos ponernos en el lugar del otro. Criticamos y hacemos lo posible para que quien no va con nuestros criterios y nuestros modos caiga, "quede mal parado". Es claro: el justo (=el que quiere hacer bien las cosas, y sobre todo, cumpliendo la voluntad de Dios) incomoda, molesta, fastidia, interpela, es como una "piedra en el zapato". Somos humanos y a veces nos manejamos mas "humanamente" que con los ojos y el corazón de Cristo. Muchas veces somos como los fariseos que juzgamos las cosas desde el espíritu de la norma y no desde el verdadero espíritu de la libertad. 

La lectura advertirá cómo será el final: los enemigos buscarán acabar con él. Nuevamente me remito a la experiencia cotidiana: cuando alguien incomoda buscarán quitarlo del medio. Muchas veces nos gusta vivir en la mediocridad y en la ceguera, en el silencio cómplice, y no queremos que nadie contradiga nuestro modo de pensar y vivir. Podemos criticar pero no nos pueden criticar. Por eso, al justo, al que vive correctamente, hay que quitarlo del medio y si es posible con violencia.

Hoy es un buen día para hacer un examen de conciencia: ¿Me alienta el buen ejemplo de los demás o me gana la envidia o el resentimiento?

En el salmo hay una frase muy bonita que nos puede ayudar en los momentos de incomprensión: "Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida". Aunque no nos entienda, nos traten mal, nos juzguen o nos envidien, tenemos la certeza que Dios es quien me auxilia.

Santiago, en la segunda lectura, nos dice que "Donde hay envidias y rivalidades hay desorden" y "la sabiduría que viene de arriba...es amante de la paz". Por eso, en la vida diaria hay que pedir la sabiduría y la paz para poder vivir en armonía con todos, siendo empáticos y solidarios en todos los sentidos. Hoy el apóstol nos invita a vivir en paz y sabiduría, a dejar de lado nuestras pasiones que envenenan la convivencia con los demás. 

Y al final de la segunda lectura se nos dice algo importantísimo: "No tienen, porque no piden, porque piden mal". Muchas veces pedimos mal o ni siquiera pedimos. ¿De qué trata nuestra oración?

Y en el Evangelio, de lo mucho por meditar, quisiera rescatar tres ideas: 1)Tenemos que pasar por la suerte del Maestro. Jesús será incomprendido, insultado, maltratado físicamente y muerto por amor a los hombre pecadores. Pero Jesús no se queda en la muerte, resucita, vence, gana. Nosotros también estamos llamados a pasar por esa experiencia victoriosa con Jesús. 2) Los discípulos discutían quién era el más importante. También es otra tentación que tenemos: engrandecernos y opacar a los demás. Esa es la lógica del mundo: servirse a uno mismo olvidándose de los demás. Jesús resalta el servicio: ponernos en último lugar, ser diakonós (=servidor). 3) Acoger al niño como a Él. Un niño se abandona y confía, no se complica la vida mirando la vida ajena, el niño procura vivir libre y en la verdad, es como Jesús: puro, inocente y sin preocupaciones. El servidor tiene que ser como Jesús, infante y fiel.

Cuánto habría por meditar en este domingo. Dios nos permita profundizar en su palabra y podamos cumplir su voluntad.

Buen domingo en la presencia del Señor y a seguirse cuidando.

P. Martín


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