DOMINGO VIGÉSIMO NOVENO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

Primera lectura: Isaías 53, 10 – 11; Salmo 32, 4 -5. 18 – 19. 20. 21; Segunda lectura: Hebreos 4, 14 – 16; Evangelio: Marcos 10, 35 – 45.


Sobre la primera lectura, pareciera que hubiera una cierta malicia o masoquismo de parte de Dios para hacer sufrir al siervo. No es así en absoluto, ese sufrimiento que padece es la “causa instrumental” para que el siervo pueda lograr la justificación de muchos. En el antiguo testamento, sufrir era una consecuencia de un mal que se comete, es como un castigo. Este siervo, que luego se ha identificado con Jesús, no tiene la culpa de nada, sin embargo “entrega (=dio) su vida como expiación”, se entregó a la muerte y “justificó a muchos”, es decir, que le devolverá el estado de pureza y gracia perdida por el pecado.

Este siervo “cargará con los pecados” de los hombres, con sus culpas. Él, libremente, se ofrece como instrumento para rescatar a los hombres. Esa muerte no ha sido en vano, “verá su descendencia y alargará sus días”, es decir, que el sacrificio de ese siervo redunda en gracia y misericordia en tantos hombres que luego de ese sacrificio han recibido gracia tras gracia. Ese sacrificio del siervo será recompensado con la gloria. Este siervo no quedará humillado, recibirá el premio por su sacrificio.

En el salmo vemos que el salmista retrata algunas características del señorío de este siervo: Su palabra es sincera, en ella no hay doblez, interés o hipocresía. Sus acciones son leales: es fiel, no nos decepciona ni defrauda. Su misericordia llena la tierra: el corazón de Jesús es tan grande que incluye a todos y su salvación es universal. Él es nuestro auxilio y escudo: el Señor no solo nos defiende, sino que nos protege y cuida del mal cuando confiamos en Él.

En la segunda lectura seguimos leyendo el capitulo 4 de la carta a los hebreos. El autor habla de “mantener la confesión de la fe”, es decir que creamos y demos testimonio de eso que definirá en el capitulo 11: la fe. Un dato interesante es que define a Cristo como Sumo sacerdote. Este fragmento es la antesala a la sección de la teología del sacerdocio que inicia en el capítulo 5.

En el versículo 15 se habla del pontífice. El pontífice es el “intermediario” entre Dios y los hombres y, además, resalta la dignidad y grandeza de Jesús. Jesús atraviesa el cielo como Dios y hombre, mediador y digno representante. (Precisamente esa dignidad sacerdotal le viene de esa condición de víctima expiatoria de la que se ha hablado en la primera lectura).

Otro detalle es que nos indica que Cristo ha sido probado en todo menos en el pecado. La traducción literal dice “en todas las cosas”, lo que significa que en su humanidad ha padecido la tentación en un grado infinito, pero que su ser divino lo fortaleció, no fue perjudicado ni mermado. Fue probado, pero no cayó. Este “ser probado” excluye la tendencia al pecado personal y a la conscupiscencia. Solo la inocencia de Jesús puede salvar a los pecadores.

El acercarse con confianza, en griego, habla de hacerlo junto a la función del sacerdote o del culto, o a veces solo acercarse a un personaje. La consciencia de la presencia divina nos hace reaccionar así. Es un acercarse al trono de la gracia, al lugar donde está reinando el sumo sacerdote, el siervo inmaculado. Es el lugar de la gracia y la misericordia.

Finalmente, en el evangelio, Nos podemos identificar con los hijos de Zebedeo que le piden a Jesús que haga lo que ellos quieren. A veces corremos la tentación, cuando ya tenemos confianza con Jesús, de decirle lo que tiene que hacer para nosotros. Pero Jesús les responde que lo que piden van más allá de lo que esperan. Jesús, cuando les habla de beber el cáliz posiblemente alude a la idea veterotestamentaria del sufrimiento, y el bautismo refiere al sentido de morir en una calamidad o ahogado. Algunos interpretan este bautismo no sólo con muerte sino también aludiendo al sufrimiento y la persecución, una participación de los dolores de Jesús.

Respecto el sentarse a la izquierda y derecha Jesús dirá que es una disposición misteriosa del Padre, no es por mérito, es por servir e identificarse con Él.

Esto suscita la indignación de los otros 10, porque, como los dos hermanos, pensaban mundanamente respecto del Mesías. Jesús les aclara que esto no es como lo plantea el mundo, sino de un modo distinto. Su reino es servicio, esclavitud, darse como se da el siervo de la primera lectura, como sacerdote que se da a sí mismo, como ese ultimo que tiene que ponerse a disposición.

El Hijo del Hombre no ha venido a que le sirvan, sino a dar su vida en rescate por todos.

Buen domingo, sigamos con los cuidados.

P. Martín

 

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