DOMINGO VIGÉSIMO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

Primera lectura: Sabiduría 7, 7 - 11; Salmo 89, 12 - 13. 14 - 15. 16 - 17; Segunda lectura: Hebreos 4, 12 - 13; Evangelio: Marcos 10, 7 - 30

 


Hace poco más de un año, aconsejado a poner por escrito los guiones de mis homilías dominicales, empezó esta iniciativa de escribir un comentario cada domingo de la pandemia (cuando me lo permiten mis quehaceres). Me alegra mucho contribuir "en algo" para poder entender el mensaje de la Palabra de Dios proclamada en la Celebración de la Santa Misa. Aprovecho en agradecer a los que me han hecho observaciones, correcciones gramaticales, los que me han recordado la hora de compartir el comentario y en especial a los que en algún sábado esperaron el comentario, pero no se pudo preparar en esa semana.

El que se acerca a Jesús le pregunta qué se tiene que hacer para heredar la vida eterna. Es una pregunta interesante, sobre todo en un ambiente "buenista" en el que ya se da por supuesta la salvación. En este evangelio nos debe quedar claro, por la respuesta de Jesús, que sí hay que hacer "algo" para alcanzar la vida eterna. La respuesta de Jesús remite inmediatamente a los mandamientos de la ley de Dios relativos al prójimo. Esto nos pone delante de un primer compromiso: amar al prójimo. Cuánto de lo que Jesús señala vemos que ocurre en nuestro entorno: muerte, adulterio, mala vida familiar, robos, mentiras...y precisamente, dejando ese estilo de vida es lo que nos abre la puerta de la vida eterna.

Todos estamos comprometidos a vivir de la mejor manera en relación al prójimo. No podemos vivir de espaldas al prójimo y viviendo en estructuras que no nos dan libertad ni dignidad. Por eso, que importante es considerar pedir la sabiduría y recibir la prudencia, como inicia la primera lectura. Para que obremos bien necesitamos la sabiduría y la prudencia. Sólo un detallito bíblico: la sabiduría de la que habla este libro es una sabiduría personificada, que luego se ha identificado con Cristo. Entonces podemos decir que el hombre sabio y prudente es aquel que se ha identificado con Cristo. El encuentro con la sabiduría y la prudencia no tiene punto de comparación, así como el encuentro con Cristo no tiene punto de comparación.

El hombre prudente y sabio, identificado con Cristo, obra de la mejor manera. Sabe comportarse de modo correcto con los demás.

Esa sabiduría personificada, encarnada e identificada con Cristo, que nos proporciona sabiduría y prudencia, la encontramos en la Palabra de Dios de la que nos habla en la segunda lectura. Esa Palabra juzga el interior del hombre e ilumina nuestras conciencias. Ella no nos oculta nada, nos lo dice todo y algunas veces denuncia nuestro comportamiento poco correcto. Va a lo profundo “donde se divide alma y espíritu”. La Palabra de Dios siempre es actual e ilumina al ser humano, de modo que nos marca el camino para llegar a la vida eterna. ¿Qué espacio le damos a la Palabra de Dios en nuestra vida? ¿La consideramos como guía para nuestro peregrinar a la vida eterna?

Volvamos al Evangelio: El que le pregunta le dice que esto lo ha cumplido toda su vida. Ha cumplido el “primer nivel”, pero hay algo más. Jesús le dice que venda todo lo que tiene y se lo de a los pobres y así tendrá un tesoro en el cielo. Cuantas personas tienen mucho y les cuesta dar, pero cuantos tenemos lo necesario e igualmente nos cuesta compartir. No nos tenemos que quedar en la filantropía, tenemos que pasar a la caridad. "Si alguien dice: “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es mentiroso" (1 Juan 4, 20). El papa Francisco decía que “Cuando la fe no llega a los bolsillos, no es una fe genuina” (17 de Junio del 2015).

El evangelio termina hablando del premio de los que lo han dejado todo por Jesús. Cuando uno lo deja a todo por Cristo recibirá de Él la recompensa, pero además persecuciones. Es una invitación a seguirlo y a confiar en Él. No deja desamparados a los que lo dejamos todo por amor a Jesús. Implícitamente es una referencia al amor a Dios que debemos tener.

Las lecturas de este domingo nos pueden iluminar en el amor al prójimo, en el valor de las riquezas, el valor de la Sagrada Escritura en mi vida.

Buen domingo a todos, sigan con los cuidados y gracias por tomarte unos minutos para la lectura.

P. Martín


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