TERCER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO C

Primera lectura: Sofonías 3, 14 - 18a; Salmo: Isaías 12, 2 - 3. 4bcd. 5 - 6; Segunda lectura: Filipenses 4, 4 - 7; Evangelio: Lucas 3, 10 - 18.



“Alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén” (Sof. 3, 14) Por que “El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva” (Sof 3, 17). El mundo que no conoce a Dios sólo es oscuridad, tristeza, sufrimiento. Basta ver cuánto sufrimiento hay entre los hombres, nuestros prójimos, cómo descuidamos la creación “la casa común”, cuánto se gasta en hacer daño a todos los hombres. El mundo que no conoce a Dios vive ensimismado. En cambio, el que no sólo lo conoce, sino que es consciente de su presencia en medio de nosotros, a pesar de todas las contrariedades, vive alegre, con esa felicidad profunda y ese amor que sólo puede venir de Él.

El tiempo de adviento tiene que ser una oportunidad de salir de mí mismo, de ponerme al servicio del otro, de convertirme en servidor de la alegría, por que “el reino está en medio” de nosotros.

En esa línea va la segunda lectura: Estar siempre alegres. Es curioso que el apóstol nos sugiera que el mundo nos conozca por la alegría. En ese sentido, todo católico tenemos que ser misioneros de la alegría, incluso dentro de la misma Iglesia. Entre nosotros, a veces, nos falta la alegría, por que vamos apagando el fuego del encuentro. También este tiempo de adviento tiene que ser un tiempo de alimentar y testimoniar la genuina alegría y de volver a encontrarnos con Jesús. Uno puede tratar con Él con frecuencia, pero nos olvidamos quién es Él. Ese Jesús sale a nuestro encuentro en “cada hombre y cada acontecimiento” (Cf. Prefacio III de adviento). A veces no tenemos alegría por que se apagó el fuego del encuentro.

Un segundo detalle que señala el apóstol es que “El Señor está cerca. Que nada los preocupe”. Lo más importante del adviento es prepararnos para ese encuentro con el Señor que está cerca. Podemos ver que el mundo tiene su “preparación para “su” navidad”: consumo, gastos, comidas, borracheras, etc. Basta ver los centros comerciales “templos del dios dinero” ejercitando su liturgia con grandes peregrinaciones en busca de la “pseudo alegría”. La “navidad” del mundo es un culto al consumo y al egocentrismo y nos olvidamos del verdadero protagonista: Jesús. Precisamente San Pablo VI nos dice al respecto que: “La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tiene otro origen. Es espiritual. El dinero, el confort, la higiene, la seguridad material no faltan con frecuencia; sin embargo, el tedio, la aflicción, la tristeza forman parte, por desgracia, de la vida de muchos.” (Gaudete in Domino 8)

Este tiempo de adviento tiene que hacernos salir de nosotros mismos. Es Juan Bautista el que nos habla de compartir, convertirnos, de no maltratar a los demás. Él no es el Mesías, pero sí es el que nos lleva a Él, nos indica el camino. Las próximas fiestas de Navidad nos tienen que llevar al encuentro con Jesús, un profundo encuentro con el Misterio y con el prójimo, en donde se da una “encarnación diminutiva”. Que no nos embriaguemos de la alegría y la diversión del mundo, sino que nos llenemos de la sobria alegría del Espíritu Santo. Decía San Pablo VI que “Es precisamente en medio de sus dificultades cuando nuestros contemporáneos tienen necesidad de conocer la alegría, de escuchar su canto.” (Gaudete in Domino 9).

El Bautista nos habla a todos: a las gentes, a los publicanos y a los suyos. Escuchemos atentamente su mensaje: para todos viene el Señor.

Aprovecho en recomendar la lectura de la Exhortación apostólica de San Pablo VI sobre la alegría Gaudete in Domino https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p-vi_exh_19750509_gaudete-in-domino.html

Que tengan un feliz domingo, a seguirnos preparando para la venida del Señor y sigamos con los cuidados.

P. Martín

SOBRE EL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

Este tercer domingo es conocido como “Gaudete” (que significa "Gózate") pues así comienza la antífona de entrada propia de este día, Cf. Flp. 4, 4-5, "Estad alegres en el señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca". Es posible suavizar el color morado de las vestiduras con toques de blanco, utilizándose en este día vestiduras de color rosa, indicando así la alegría al acercarse ya la festividad del nacimiento del Señor.

Dice Mario Righetti: «Entre las dominicas de Adviento, la tercera, llamada Gaudete, del incipit del introito de la misa, era la más popular por el motivo de la solemne estación que el papa celebraba en San Pedro.»

«En la misa se canta el Gloria, y después de la colecta todo el clero ejecuta las laudes en honor del papa. Estas señales de alegría, reflejos de algunos textos litúrgicos de este día, se mantienen en parte aun hoy día en la misa. Suena el órgano, se vuelven a poner las flores, el celebrante viste capa rosa, los ministros usan los ornamentos de fiesta.» (Historia de la Liturgia I, pág. 356. BAC)


Comentarios

  1. El único y verdadero significado de la Navidad es el Nacimiento del Niño Jesús, aunque muchos lo hayan materializado y hecho un simple negocio.
    Por lo que debemos como católicos predicar la buena nueva, el nacimiento del hijo de Dios.

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