OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C
Primera lectura: Eclesiástico 27, 4 - 7; Salmo 91, 2 - 3. 13 - 14. 15 - 16; Segunda lectura: 1Corintios 15, 54 - 58; Evangelio: Lucas 6, 39 - 45
Estamos en el ultimo domingo de la primera parte del tiempo ordinario antes que inicie la cuaresma. Qué oportunas las lecturas de hoy.
“De lo que rebosa el corazón, habla la boca” “Cada árbol se conoce por su fruto” “El fruto revela el cultivo del árbol” “¿Acaso un ciego puede guiar a otro ciego?”Frases así encontramos en las lecturas de este domingo que nos llevan a preguntarnos:
¿de qué está lleno nuestro corazón y si de lo que está lleno lo sabemos poner
al servicio de los demás?
Debemos reconocer que ser “buena gente” no es fácil, para serlo necesitamos
de Dios. Cuando somos buenos no faltará alguien que quiera aprovecharse de la
nobleza, o se tome confianzas que, a veces, no damos, etcétera. ¿Qué damos a
los demás? Es una buena pregunta que nos podemos hacer este domingo.
En el salmo encontramos “El justo crecerá como una palmera”. Tenemos que ir
creciendo en santidad. Precisamente, la santidad, es de lo que debe estar lleno
nuestro corazón.
No es inmediato, no es de repente, no es automático. Sigue un proceso de
crecimiento, y como los arbolitos, uno va a ir dando fruto y a veces “fruto
abundante”.
¿Cómo convivimos con los demás? ¿Qué le damos a los demás? Podemos pedirle
al Señor que nos de la gracia de saber dar siempre cosas buenas para todos, que
de nuestro interior no salgan cosas malas: pecados, vicios, maltratos,
violencia. Parafraseando el pasaje del evangelio: Por lo que hagamos nos
conocerán.
Pero junto con ello, el evangelio también nos habla de lo que se denomina “autoridad
moral”. En algunas ocasiones también nos gusta ponernos como jueces, como los
que medimos el comportamiento moral de los demás, olvidando que también somos
falibles y nos equivocamos. ¿Cómo podemos guiar a los demás si vivimos en la
ceguera del pecado? ¿Cómo podemos quitarle la mota pequeña cuando tenemos una
viga delante?
Hoy la Palabra nos reta a dejar aquellos modos, maneras y formas que nos
hacen daño y hacen daño a los demás. Nos reta a vivir ya, aquí, la vida del
hombre celestial de la que se hablaba el domingo anterior en la segunda lectura.
Nos alienta a entregarnos a la obra del Señor como nos dice en la segunda
lectura de este domingo.
Dejemos a un lado lo que es secundario e innecesario y dejemos iluminar por
Dios que nos lleva a ir creciendo en santidad y justicia.
Termino hoy recordando algunas palabras de Jesús: “Lo que sale de la boca
procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona. Del corazón
proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos,
mentiras, chismes. Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el
comer sin lavarse las manos, no hace impuro al hombre.» (Mateo 15, 18 – 20).
Buen domingo en la presencia del Señor y sigamos con los cuidados. Oremos por la paz en el mundo entero.
P. Martín
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