DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

Primera lectura: Génesis 18, 1-10a; Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5 (R.: 1a); Segunda lectura: Colosenses 1, 24-28; Evangelio: Lucas 10, 38-42.



En este domingo, a la luz de las lecturas, percibimos algunos detalles que pueden ayudarnos en nuestra relación con Dios y con los demás.

1) La hospitalidad: En la primera lectura vemos ese encuentro entre Abraham y los tres hombres. Los padres de la Iglesia han interpretado en estos tres misteriosos hombres una manifestación de la Trinidad. En el Evangelio se nos relata el encuentro de Jesús, que no va solo. No olvidemos que quien lo recibe, recibe también al que lo ha enviado: el Padre, y el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo. Entonces Marta y María, hermanas de Lázaro, acogen a Dios en su hogar. En los dos casos vemos cómo hay una cordial y amable acogida. Aquí podemos reflexionar cómo acogemos al prójimo. ¿Descubrimos en el prójimo la presencia de Jesús? ¿Con nuestro comportamiento empañamos la presencia de Dios en nuestra alma y hacemos difícil que los demás nos acojan?

2) La reverencia ante la presencia divina: En la primera lectura vemos que Abraham se postró ante los tres hombres. Este gesto, seguramente, brota del reconocimiento de algo especial en ellos. Es más, los reconoce como “Señor”, no como un señor cualquiera, sino como un especial enviado de Dios. En el caso de María se pone a los pies de Jesús para escucharle. ¿Cuántas veces nos hemos postrado ante la presencia de Dios? ¿Cuántas veces nos hemos dispuesto para escuchar la Palabra de Dios? En el caso de María, dice Jesús que ella se quedó con la mejor parte.

3) Atención: Abraham les dice a los tres hombres que les traerá agua para sus pies, que procurará su descanso debajo del árbol y que les dará pan para que se alimenten. En el caso de Marta vemos que se desvive por hacer que Jesús se sienta a gusto. El encuentro con la presencia de lo divino también nos debe llevar a atender al prójimo con el mismo cariño que tendríamos a Dios mismo. El domingo pasado se nos recordaba que hay que amar al prójimo como a uno mismo, y vemos que eso se prolonga en las escenas de Mambré y de la casa de Marta y María.

4) Bendición: Moisés recibe una bendición y María se queda con la mejor parte. El encuentro con lo divino no es simplemente un encuentro, sino una verdadera bendición que cambia la vida. Por ejemplo, vemos que después del encuentro con Moisés Sara tendrá un hijo. En el caso de María y Marta, ellas tendrán la presencia sosegada y prolongada de Jesús. ¿Nosotros aprovechamos la presencia de Dios en nuestras visitas a la iglesia o al sagrario? ¿Aprovechamos la presencia de Dios en nuestra alma en gracia?

Hoy es un buen día para que reflexionemos sobre estas actitudes que nos llevan al encuentro con Dios y los demás. Estamos en una sociedad que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos y en nuestros modos. Dios nos llama a salir de nosotros mismos para encontrarnos con Él y el prójimo.

Por eso, como dice san Pablo en la segunda lectura, “Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y su riqueza”. Dios quiere hacerse encontradizo para que, encontrándole a Él, podamos llevarlo a los demás.

Buen domingo en la presencia del Señor.

Sigamos con los cuidados.

P. Martín

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