SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO - CICLO C
Primera lectura: 2 Samuel 5, 1-3; Salmo 121, 1-2. 4-5 (R.: cf. 1); Segunda lectura: Colosenses 1, 12-20; Evangelio: Lucas 23, 35-43.
Benedicto XVI decía en su clásico libro Jesús de Nazaret
II: “Jesús ha creado un concepto absolutamente nuevo de realeza y de reino”.
Por ello, quisiera reflexionar con ustedes tres puntos: Jesucristo como Rey
universal, Rey pastor y Rey de misericordia.
En la segunda lectura vemos a Jesús como Rey universal. Hoy en día no entendemos
mucho sobre la figura y misión del Rey porque nuestras sociedades están
configuradas de otra manera. Sin embargo, entendemos que el rey es el soberano
de todo. Nos dice el apóstol que Dios Padre
“nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor”. Jesucristo es el Rey de
todos y para todos. Jesucristo lo domina todo, “Él es anterior a todo, y todo
se mantiene en Él”. Todo tiene como fundamento seguro a Jesucristo.
Él también es el soberano y cabeza de la Iglesia: “Él es también
la cabeza del cuerpo: de la Iglesia”. Es el soberano de toda la humanidad: “Él
es el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo”. No
hablamos de un monarca distante, hablamos de Dios hecho hombre y que nos quiere
hacer participes de su realeza. No olvidemos que por el bautismo somos hechos
sacerdotes, profetas y reyes. Podemos participar de ello siempre que estemos en
comunión con la Iglesia de Cristo. Ese
reinado universal de Cristo es un reino de reconciliación: “(Él) Quiso
reconciliar todas las cosas…haciendo la paz por la sangre de su cruz”. El Reino
de Cristo no es un reino avasallador, destructor, violento. Su Reino es un
reino para todos, su Iglesia, que quiere poner en el mundo la reconciliación y la
paz.
En la primera lectura podemos ver la imagen del Rey pastor. En la entrada de Jesús en
Jerusalén podemos ver que es aclamado como el nuevo David que instaurará el
nuevo Israel. En esta lectura vemos que David es aclamado rey de Israel. Pero no
es cualquier Rey, es el Rey pastor: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú
serás el jefe de Israel”. David no sólo debe ser el guardián de un territorio
ni de unas personas, debe ser su pastor, tal cual era su oficio antes de ser ungido
rey. Todas las tribus recurrirán a Él para ser protegidas, cuidadas y defendidas.
No negaremos que tuvo sus errores que lo llevarán a la ruina, pero hemos de
considerar que fue la prefiguración de ese nuevo David, que será Jesucristo.
Finalmente, en el Evangelio vemos a Jesús como el Rey de la misericordia. Jesús dice “Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado
para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí” (Jn 18,36).
No es un reino de violencia o de imposición. Es un reino de misericordia y de
amor. El mundo no lo entiende, es más, se ríe de ello. Lo podemos ver gráficamente
en el Evangelio. Aparece Jesús crucificado y con él otros malhechores. El
ladrón malo le increpa que si es el Mesías debía salvarse y salvarlos. Es el
reflejo de la poca fe del mundo que desconoce a Dios. El buen ladrón sólo
espera y pide un poco de misericordia. Sale beneficiado: “…Hoy estarás conmigo
en el paraíso”. Un poco de fe y de arrepentimiento sincero le arrancó el don de
la misericordia. El Reino de Jesús es totalmente distinto y emplea otras
lógicas. Es un Reino de amor y misericordia.
Les dejo este link donde encontrarán una interesante historia
sobre esta fiesta: https://www.aciprensa.com/noticias/esta-es-la-historia-de-como-nacio-la-fiesta-de-cristo-rey-y-la-primera-iglesia-en-su-honor-91773
Que Jesús sea nuestro soberano, que nos rindamos ante Él
y vivamos felices de ser reyes con el Rey. ¡Viva Cristo Rey!
P. Martín
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