SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS - CICLO A

Primera lectura: Números 6, 22-27; Salmo responsorial 66, 2-3. 5. 6 y 8 (R.: cf. 2a); Segunda lectura: Gálatas 4, 4-7; Evangelio: Lucas 2, 16-21.



Celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Como día litúrgico confluyen algunos acontecimientos. Mario Righetti en su Historia de la Liturgia, dice: “El primero de enero se presenta en la historia de la liturgia con una extraña coincidencia de varias conmemoraciones: la octava de Navidad, la Circuncisión, el Natale S. Mariae y el oficio ad prohibendum ab idolis, los cuales han contribuido diversamente al formulario de la actual fiesta de Año Nuevo.” En la actual solemnidad se ha hecho concluir los tres primeros acontecimientos.

En el Evangelio se nos dice que “Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús”. El catecismo 527 dice al respecto que “La Circuncisión de Jesús, al octavo día de su nacimiento (cf. Lc 2, 21) es señal de su inserción en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cf. Ga 4, 4) y de su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida. Este signo prefigura "la circuncisión en Cristo" que es el Bautismo (Col 2, 11-13)”.

La imposición del nombre era algo inherente al rito de la circuncisión, pero además sabemos que para los judíos el nombre también hacía referencia a la misión. El catecismo de San Pio X decía sobre el nombre de Jesus lo siguiente: “El nombre de Jesús significa Salvador; y se dio al Hijo de Dios porque venía a salvarnos y a librarnos de nuestros pecados.”

También celebramos la maternidad divina de María. El hereje Nestorio decía que María era solo la madre de Cristo (la humanidad) y no madre de Dios (lo divino) porque era imposible que una criatura pueda engendrar a Dios. Esto tiene un trasfondo más hondo que por aquí no se puede detallar. Simplemente, a la luz del Evangelio de esta Solemnidad podemos decía que María es aquella que los pastores encontraron recostada con el Niño.

Nuevamente cito al Catecismo que a su vez remite al Concilio de Éfeso en el cual se trató este asunto: “Aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251).”

San Juan Pablo II decía en el año 2004 que “Del hecho de que la Virgen es "Madre de Dios" derivan todos los demás aspectos de su misión; aspectos que quedan de relieve en los títulos con los que la comunidad de los discípulos de Cristo la honra en todas las partes del mundo.” Por eso, dice la oración colecta de esta solemnidad que “Por la maternidad virginal de Maria entregaste a los hombres los bienes de la salvación”.

Pero, aunque celebramos en el lunes después de Pentecostés a María como Madre de la Iglesia, también hoy, de alguna manera celebramos ese misterio, tal como lo diremos en la oración post comunión: “A cuantos proclamamos a María Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia”. San Juan Pablo II decía en el 1997 al respecto: “El título «Madre de la Iglesia» refleja, por tanto, la profunda convicción de los fieles cristianos, que ven en María no sólo a la madre de la persona de Cristo, sino también de los fieles. Aquella que es reconocida como madre de la salvación, de la vida y de la gracia, madre de los salvados y madre de los vivientes, con todo derecho es proclamada Madre de la Iglesia.”.

Por tanto, María es Madre de Dios y, sin exagerar, es Madre de cada uno de nosotros. María concibe, por decirlo de alguna manera, a cada bautizado con la esperanza que seamos aquellos que invoquemos al Abba Padre. Gracias al sí de María somos hijos en el Hijo.

Hoy, con la pena de haber perdido a un gran papa, como lo fue Benedicto XVI, les deseo una feliz Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, que la sintamos como nuestra Madre y concluyamos así la octava de la Navidad. También te deseo un feliz año 2023 con la bendición de Dios.

P. Martín

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