QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A

Primera lectura: Isaías 58, 7-10; Salmo 111, 4-5. 6-7. 8a y 9 (R.: 4a); Segunda lectura: 1Corintios 2, 1-5; Evangelio: Mateo 5, 13-16.



En las lecturas de este domingo se nos presenta diversos modos de servicio. Servir a los demás supone una serie de virtudes y actitudes buenas y positivas. Veamos cómo la Palabra de este domingo nos ilumina.

En la primera lectura se nos habla de compartir, de salir del confort y darme a los demás. La lectura es muy parecida a lo que Jesús nos plantea en el capitulo 25 de San Mateo. Alimentar, vestir, hospedar, me lleva a salir de mí mismo y ponerme al servicio de los demás.

La lectura nos habla también de oscuridad y de luz. El mundo que no conoce a Dios vive a oscuras y de espaldas al prójimo. En la sociedad que vivimos esto no se toma en cuenta, más bien se pretende un pseudo bienestar que nos ensimisma y nos cierra a las necesidades de los demás. Es un gran gesto el poder salir de nosotros mismos y compartir lo que tenemos a nuestro alcance. Salir de nosotros mismos nos libera del egoísmo y nos abre a la caridad y a la compasión. Hoy es una buena oportunidad para pensar si estoy siendo servicial y me estoy dando a los demás.

Otro tipo de servicio es el de la predicación de la Palabra de Dios, como lo vemos en la segunda lectura. San Pablo nos habla que el inició su predicación de un modo humilde y sencillo, evitando la vanagloria de la sabiduría y mostrando a Cristo crucificado. Para el mundo esto podría ser algo sin sentido, absurdo, innecesario. En algunos lugares se quiere silenciar la voz de la Iglesia porque resulta conflictiva. Nosotros no podemos dejar de predicar a Cristo como san Pablo. Él es consciente que no es su elocuencia o su inteligencia la que brilla, sino el misterio de Dios que comunica a los demás. Es la manifestación y el poder del Espíritu que le mueve a anunciar a Cristo a los demás.

Y en el Evangelio podemos ver que se puede servir siendo sal. Los auténticos seguidores de Cristo son como la sal porque son valiosos. En la época de Jesús, la sal era mercancía valiosa. A los soldados romanos a veces se les pagaba con sal, dando pie a la frase “vale su sal”. Pero también son como la sal porque tienen la capacidad de conservar. La sal se usaba para preservar las carnes y retardar la corrupción. Los cristianos deben tener una influencia conservadora en su cultura. Cuando refiere que si no sirve es para tirarla y pisarla, refiere a que en su época la sal sosa servía para abrir caminos en medio de la vegetación y con eso se hacia los caminos.

El papa Francisco decía que “La sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas.”

La segunda imagen es la luz. Cuan bueno es el servicio de la iluminación. Nuevamente cito al papa Francisco sobre este punto: “La luz dispersa la oscuridad y nos permite ver. Jesús es la luz que ha disipado las tinieblas, pero aún permanecen en el mundo y en las personas. Es la tarea del cristiano dispersarlas haciendo brillar la luz de Cristo y proclamando su Evangelio.”

“La luz, para Israel, era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben, por lo tanto, una misión con respecto a todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad.”

En este domingo pidámosle al Señor que nos permita servir a los demás con humildad, con disponibilidad y poniendo todo lo que está a nuestro alcance. Que no nos sintamos cortos en el servicio, sino que pongamos todas nuestras habilidades para que los demás puedan sentirse contentos.

Buen domingo en la presencia del Señor.

P. Martín

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