DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
Primera lectura: Isaías 22, 19-23; Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc (R.: 8bc); Segunda lectura: Romanos 11, 33-36; Evangelio: Mateo 16, 13-20.
Creo que hay una palabra que puede conectar las lecturas
de este domingo: Conocimiento. Podría dedicar muchas líneas para hacer referencia
de lo que dicen los psicólogos, filósofos, científicos y otros muchos más en
referencia al conocimiento, pero hoy hablamos en concreto del conocer a Dios y
cómo Dios nos conoce.
En la segunda lectura se dice «¿Quién conoció la mente del Señor?» Sin duda alguna, Dios lo conoce
todo y sabe bien como se dan y darán las cosas. Nos conoce a cada uno de
nosotros. Conoce perfectamente la ciencia y el devenir de la naturaleza. Dios
lo sabe todo. Y lo sabe todo de un modo tal que el apóstol dirá: «¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de
conocimiento el de Dios!». Ninguno de nosotros, por muy místico o santo que
sea, podrá conocer el pensamiento de Dios. Pero de lo que nadie puede dudar es
que Dios todo lo piensa bien, lo conoce en su mejor versión, no lo concibe de
modo mediocre. Los que decidimos dar esa versión somos nosotros mismos que,
haciendo mal uso de nuestra libertad, hacemos o producimos lo que no debemos.
En Evangelio Jesús hace una pregunta a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?». Habla, posiblemente, del plano de la opinión. Jesús les pregunta
por cuáles son los rumores que se dicen de Él entre la gente. En nuestra
experiencia cotidiana, podemos constatar, que los rumores no siempre son
ciertos, pueden faltar o sobrar detalles. Y los discípulos le dan la respuesta:
«Unos que Juan el Bautista, otros que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Luego les pregunta a
ellos quién es Él. Es como decirles «Ustedes
ya me conocen, ¿es así o confirman los rumores?». Pedro le dice: «Tú eres
el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Esta respuesta no es poca cosa. Por un lado,
ha supuesto una convivencia con Jesús y, por otro, ir haciendo un acto de fe.
Conocer a Dios, conocer a Jesús, supone un trato
frecuente con Él, hay que dedicarle tiempo. A los ojos del mundo puede ser una
perdida de tiempo, para nosotros es estar con quien amamos. No hablamos de un
conocimiento intelectual, que hasta un ateo puede tener. Hablamos de una
experiencia y un conocimiento amoroso de Él. Dios nos conoce y se deja conocer.
Finalmente, saliendo un poco del tema del conocimiento,
también se ve el tema de las potestades que Jesús confiere a Pedro. Pedro
recibe las llaves a partir de la fe que tiene. Podemos decir sin traicionar los
evangelios, que su fe, antes de Pentecostés, era pobre; sin embargo, en esa
pobreza ya recibía esa luz que lo llevo a intuir en Jesús al Mesías. Por ello, Jesús
lo constituye como esa piedra donde edificará la Iglesia de Cristo. Es un buen
día para orar por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco para que Dios le de la
fe y la luz para confirmarnos en la fe.
Que el Señor nos ilumine, nos confirme en la fe y nos
permita conocerlo cada vez más.
Buen domingo en la presencia del Señor.
P. Martín
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