CUARTO DOMINGO DE CUARESMA - CICLO B
Primera lectura: 2 Crónicas 36, 14-16. 19-23; Salmo 136, 1-2. 3. 4. 5. 6 (R.: 6a); Segunda lectura: Efesios 2, 4-10; Evangelio: Juan 3, 14-21.
Dicho esto, quisiera comentar brevemente algunas ideas
sobre las lecturas de este domingo.
En la primera lectura vemos un retrato del mundo en el
que vivimos: desordenado, oscuro, tormentoso, ambiguo. En el Evangelio también se
nos dice que «los hombres prefirieron la
tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal
detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras»;
para poder superar esta situación necesitamos alguien que fije su morada entre
nosotros para que nos ilumine con su presencia. Para eso, Dios interviene en la
historia y nos pone a su Hijo para que sea esa presencia que libera, redime,
ilumina.
En el Evangelio se nos presenta el signo de la Cruz. La
cruz como instrumento no era precisamente el más agradable de los castigos,
todo lo contrario, era la forma más deshonrosa de morir. Sin embargo, Cristo,
al padecer por nosotros y recibir el castigo que merecíamos, la convierte en la
declaratoria de amor de Dios por los hombres y en instrumento redentor. La Cruz
adquiere un nuevo sentido. Es cierto que esta comprensión no fue inmediata,
pero poco a poco se va entendiendo que la Cruz es el lugar donde Dios nos
regala la redención.
Algo que nos debe llenar de alegría en este domingo es lo
que nos dice el Señor: «Porque Dios no
envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve
por él.» Jesús ha venido a salvarnos, a darnos una y muchas oportunidades,
a levantarnos de nuestras caídas y renovarnos interiormente.
Termino con unas palabras del Para Francisco: «¿Cuál es el motivo de esta alegría? En plena Cuaresma, ¿cuál es el motivo de esta alegría? Nos lo dice el evangelio de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Este mensaje gozoso es el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios llega a la cumbre en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora. Nos ha entregado a su Hijo, a nosotros, a todos nosotros.»
Vivamos este domingo lleno de alegría. Ya llega la Pascua.
Se acerca nuestra liberación.
P. Martín
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