QUINTO DOMINGO DE CUARESMA - CICLO B
Primera lectura: Jeremías 31, 31-34; Salmo 50, 3-4, 12-13. 14-15. (R.: 12a); Segunda lectura: Hebreos 5, 7-9; Evangelio: Juan 12, 20-33.
Es una buena oportunidad para hacer un examen de conciencia
profundo respecto de cómo voy a vivir estos días.
El Señor Jesús, en el Evangelio, nos habla que ha venido
para «esta hora». Jesús se preparó para esta misión. Sabe lo importantísima que
es, conoce lo que implica, libremente se dispone para ese momento. Quieren
acabar con Él por decir la verdad, por ser claro, por decir las cosas claras. ¿Cuánta
falta nos hace tener cerca de nosotros personas valientes que ejerzan su profetismo?
Posiblemente no quieran hacerlo porque sabemos a lo que se exponen. Serán
criticados, señalados, marginados, juzgados. Por eso y mucho más pasó Jesús y,
por esto, se preparó para esta hora.
En la segunda lectura, San Pablo no recuerda que Jesús
«con gritos y con lágrimas … aprendió sufriendo a obedecer» En otro momento, en
el Huerto dirá «Aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad» El Señor
nos enseña a obedecer. Él es el primero que se dispone a entregar su vida por
amor. Le dolía infinitamente el cargar con aquello que era absolutamente contrario
a su ser: el pecado de la humanidad, sin embargo, aunque no gustara, lo hace por
amor.
Jesús nos recuerda que «si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Lo que ha
hecho es dar vida desde la cruz, no solo a sus contemporáneos, sino a toda la
humanidad. La cruz, a la que subirá en la hora destinado a ello, será el
corazón del mundo desde se irradia la Sangre limpia que purificará a toda la
humanidad marcada por el pecado. Jesús murió para ser fecundo.
El fruto más grande que ha podido brotar de la obediencia
de Jesús es la expulsión del poder del mal «Ahora el Príncipe de este mundo va
a ser echado fuera» Jesús, con su Pasión hará nuevas todas las cosas, su sangre
borrará aquello que no nos ha manchado, restaurará el orden y la paz.
Pidámosle a Jesús que nos regale la gracia de estar a su
lado durante estos días de salvación.
P. Martín
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