DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
Primera lectura: Génesis 3, 9-15;
Salmo 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 7bc); Segunda lectura: 2Corintios 4, 13—5, 1;
Evangelio: Marcos 3, 20-35.
Luego de las grandes solemnidades post pascuales, retomamos las lecturas dominicales del tiempo ordinario (Aunque el tiempo ordinario se retoma inmediatamente después de Pentecostés).
Las lecturas de hoy nos hacen reflexionar sobre la importancia de ser
fieles a la voluntad de Dios. En el mundo que nos toca vivir, parece que se es
más libre y autónomo en tanto que me dejo llevar por el libre albedrío y mis
opciones subjetivas y particulares. La voluntad de Dios tiene para nosotros dos
fines: hacernos felices en la tierra y conducirnos por el camino para el cielo.
Cuando uno se porta bien, todo está tranquilo, no me pesa la conciencia, siento
libertad para seguir obrando bien; cuando uno se porta mal siente angustia,
impaciencia, remordimiento. Dios mismo, que nos ama, nos muestra cuál es el
camino para llegar a la plena felicidad.
En la primera lectura, Dios le hace ver a Adán y a Eva su fracaso: la
desobediencia. Aunque no lo leemos hoy, en el capitulo 2 del Génesis, en el
segundo relato de la creación, vemos que Dios indica expresamente a Adán que hay
dos arboles en el Paraíso: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento (o
ciencia) del bien y del mal. Además, le advierte no comer de este último porque
tenía una consecuencia terrible: La muerte. Eva dialoga con la serpiente, una
representación gráfica del Diablo, que la convence de comer del árbol prohibido.
Eva sucumbe y desobedece. Dios que había depositado su confianza en el ser
humano, se ve desobedecido.
El fracaso del hombre, en el fondo, es no cumplir la voluntad de Dios, el
pecado. Peor aun cuando uno sabe lo que no debe hacer. Santo Tomás de Aquino
nos dará cuatro estrategias para evitar el pecado: 1. «Huyendo de las ocasiones
externas, como malas compañías y todo lo que induce ocasionalmente a pecar». En
esto cayó Eva al dialogar con la serpiente. Esto es lo que hizo Adán al permitir
hablar del pecado de Eva. 2) «No dando entrada a pensamientos, que son ocasión
para que la conscupiscencia despierte». Seguramente, cuando nuestros primeros
padres dialogaron con la tentación, admitieron mentalmente la posibilidad de
hacerlo. 3) La oración y los medios sobrenaturales. Sin unión profunda con Dios
difícilmente venceremos el poder del mal. 4) «Ocupándose en tareas lícitas».
Hoy que es tan fácil perder el tiempo en tantas cosas fugaces, que importante
es volver sobre las cosas útiles. Con mucha humildad dejémonos ayudar para no
fracasar.
Finalmente, la meta es la vida eterna. En la segunda lectura san Pablo nos
recuerda que todo es para nuestro bien. Puede ser incomodo, pero la vida eterna
no tiene precio. Aquí en la tierra pasaremos algunos o muchos malos ratos, pero
es el precio a pagar para llegar a la felicidad eterna. Todo lo del mundo es
pasajero, momentáneo, fugaz, nosotros aspiramos a una morada que está en lo
eterno, donde todo es Dios y viviremos absortos, por decirlo de alguna manera,
en su presencia. Todo pasará, Dios no pasará.
Ejemplo de virtud, frente al ejemplo de Eva, es María, la Madre de Jesús.
Ella es la que ha cumplido de modo perfecto la voluntad de Dios. Con su obediencia
ha facilitado la encarnación del nuevo Adán que hace nuevas todas las cosas. Con
su sí, María nos muestra que la posibilidad de ser feliz y obediente. Pareciera
que Jesús está siendo despectivo con ella, pero no lo es en absoluto, todo lo
contrario, la está poniendo como el modelo de a qué hay que aspirar.
Que pasen todos un bendecido domingo y pidamos la gracia de la fidelidad a
la voluntad divina.
P. Martín
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