DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

Primera lectura: Jeremías 23, 1-6; Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.:1); Segunda lectura: Efesios 2, 13-18; Evangelio: Marcos 6, 30-34.



En este domingo, las lecturas de la Misa nos presentan a Jesús como nuestro pastor.

En la primera lectura del profeta Jeremías oímos una reprensión a los pastores que no están atentos a sus ovejas y, lo que es peor aún, las abandonan dejándolas en el peligro de la dispersión. Para entender el contexto de la lectura, esta reprensión viene después de otra reprensión a los últimos reyes de Judá que no tuvieron preocupación por el pueblo de Dios, su pueblo, sus ovejas. Entonces, Dios promete un pastor de la estirpe de David que reinará para estas ovejas. Por ello, Dios mismo dará a un rey pastor que cuidará de las ovejas.

Hoy hay millones de ovejas que están expuestas, no por mala voluntad, sino por la falta de pastores. Lo mismo pasaba en el tiempo de Jesús. Como podemos leer en el Evangelio, Jesús se conmovió porque estaban como «ovejas sin pastor». ¿Y qué podemos hacer ante esto? 1. Confiar en Dios. Él no abandona nunca a los suyos. 2. Suplir, en la medida de lo posible, a donde el pastor no puede llegar. Dicho de otra forma: ayudar, colaborar, apoyar a los pastores. No ser obstáculo ni adversario. 3. Pedirle al dueño de la mies que envíe más obreros a su mies.

Hoy es un buen día para orar por aquellos que tenemos la gran responsabilidad de ser pastores. Pienso, por ejemplo, en aquellos que están solos, en los que la edad hace sentir su peso, en los que son incomprendidos o marginados, en los que tienen que cargar con sufrimientos de todo tipo. Y podríamos poner a muchos más aquí. Hoy puede ser una buena oportunidad para orar por los pastores que Dios ha puesto para que guíen su Iglesia, ese nuevo Pueblo de Dios.

En la segunda lectura vemos cómo Jesús realiza ese pastoreo: Derramando su sangre. Por su sacrificio en la Cruz se reúnen a los hijos dispersos por el pecado y la desobediencia. Reconcilió a los hombres con Dios luego de la rebeldía de la caída. Viene a traer la paz. Gracias al sacrificio redentor de Cristo podemos ser hijos de Dios, vivir en paz y unidos a Él.

Las ovejas de las que habla la primera lectura y el Evangelio se refieren a los hombres de todo el mundo, raza y condición. El rey pastor quiere cuidarnos a todos, pero para ello hay que acoger su verdad, la verdad que nos hace libres, la verdad que sana. Jesucristo viene a instaurar el reino de la verdad y la gracia, el reino de justicia y santidad. Por ello, nosotros, al hacernos discípulos de Jesús, de alguna manera, estamos acogiendo la gracia y la bendición de Dios.

Que pasen un buen domingo en la presencia del Señor.

P. Martín.


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