DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
Primera lectura: 1Reyes
17, 10-16; Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: 1); Segunda lectura: Hebreos 9,
24-28; Evangelio: Marcos 12, 38-44.
Este
domingo leemos en el Evangelio el relato de la viuda que lo da todo. Esta mujer
ya ha pasado por alguna desgracia: la viudez, la cual era vista en la época de
una forma bastante despectiva y humillante. Jesús estaba en el templo y se da
cuenta de cómo ella se acerca a dar la limosna. Ella materialmente da muy poco,
el evangelista indica que dio como limosna un cuadrante, qué es una moneda de
poco valor. Sin embargo, lo valioso de esta mujer es que da todo lo que tiene
sin temor a quedarse sin nada. Por eso, Jesús valora mucho el gesto de esta
mujer porque va más allá de la generosidad, tiene que ver con la confianza
total en Dios. La mujer no está midiendo a dónde va la limosna o qué se hará
con la limosna, sino que simplemente da con generosidad aquel que le da lo que
necesita cada día. Por eso, el Señor recordará que esta viuda ha echado, no lo
que le sobra, sino todo lo que tenía para vivir.
El
ser humano quiere apoyarse en seguridades, entre ellas el dinero. Cuántas veces
nos podemos sentir nerviosos cuando nos queda poco dinero o cuando adquirimos
cada vez más bienes y no nos alcanza para poder pagar las deudas. El ser humano,
en muchas circunstancias, se ve dominado por el dinero y parece que este tiene
la última palabra en muchas situaciones. El dinero tiene una justa medida y, como
tal, se debe dar el valor que le corresponde sin abusar de lo que no se tiene,
ni tampoco excederse de lo que se tiene, es decir, no gastar más de lo que no
podemos ni tampoco teniendo gastar en lo que no se debe.
Este
Evangelio nos tiene que llevar una reflexión sobre el uso del dinero. ¿En qué
usamos nuestro dinero? ¿Con qué fin tenemos dinero? ¿Estamos dispuestos a darlo
todo? Alguno podría decir que lo que gana lo merece y puede hacer con ello lo
que desee. Sin embargo, el dinero está en función de las necesidades del ser
humano, no para acaudalar más, sino para tener una digna y honesta vida. Uno
gana dinero para vivir bien y con dignidad no para llenar las bóvedas de los
bancos con dinero.
Lo
que hace la viuda es un acto de confianza. Ella hace como la viuda de Sarepta. Cuando
fue visitada por el profeta Elías le pidió si podía darle un pan y ella le
recuerda que no tiene más que un poco de harina para hacer un pan para ella y
su hijo y que luego de ello no como no tenían más moriría. El profeta le
advierte que debe confiar, le dice que no tenga miedo: No temas y que confíe en
el Señor. Y lo hace como le había indicado y alcanzó para el profeta, para ella
y para su hijo. Al final de la lectura nos recuerda que la harina no se acabó
ni el aceite tampoco. Cuando uno es generoso con el enviado de Dios, Dios no se
olvida de los han colaborado con él.
También
nos tiene que llevar a reflexionar este ejemplo. ¿Estamos dispuestos a ser
generosos? ¿Estamos disponibles a dar con generosidad? ¿Cuando alguien pasa
necesidad, sé compartir con los demás?
En
la segunda lectura vemos a Cristo que se ofrece por nosotros ante el Padre no
en vano, sino para quitar los pecados de todos. Se ofrece de una vez para
siempre. Ofrece un sacrificio perfecto. Es sacrificio redentor. Por todo ello,
debemos dar gracias siempre por todo lo que Cristo ha hecho por nosotros: ofrecerse
como víctima perfecta. Cristo, va en la línea de las viudas: lo sabe dar todo y
no se guarda nada para sí.
Buen
domingo en la presencia del Señor.
P.
Martín
Pd. Les comparto otra reflexión anterior que puede complementar.
https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/11/domingo-trigesimo-segundo-del-tiempo.html
Gloria a Ti Señor Jesús, gracias Padre Martín por la reflexión de la Palabra del Señor Amén
ResponderEliminar