DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

Primera lectura: Sabiduría 18, 6-9; Salmo 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 (R.: l2b); Segunda lectura: Hebreos 11, 1-2. 8-19; Evangelio: Lucas 12, 32-48.


La Palabra de Dios de este domingo tiene muchos detalles importantes para nuestra reflexión. Yo quisiera proponer tres de lo mucho que se podría decir y meditar.

Vivir de fe. En el mundo que nos toca vivir hay mucha increencia. Ya no se cree en Dios. Preferimos vivir de los sentidos y creer en lo que los sentidos experimentan. Cada vez aumenta el ateísmo y el agnosticismo. El hombre contemporáneo ya no vive del Dios verdadero, sino de ídolos que se van construyendo según sus necesidades y caprichos. Hoy la segunda lectura nos recuerda qué es la fe. Dice la lectura que «La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve». Hoy creemos en opiniones, en medias verdades, en cosas que nos destruyen; pero hace falta volver la mirada al Dios verdadero, al Dios que nos libera de las ataduras, y creer y confiar en Él. La fe en Dios no es un «yo creo a mi manera», la fe en Dios exige la adhesión a la Palabra que nos revela la verdad. Como dice Dei Verbum 5 «Cuando Dios revela hay que prestarle “la obediencia de la fe”, por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios prestando “a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por Él». 

Con esto, el papa Francisco nos recordaba en Lumen Fidei 8 que «La fe nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo de la historia». Por tal motivo, la segunda lectura también nos presenta a Abraham como el padre de la fe. En la misma encíclica, en el número 10, dirá que «Lo que se pide a Abrahán es que se fíe de esta Palabra. La fe entiende que la palabra, aparentemente efímera y pasajera, cuando es pronunciada por el Dios fiel, se convierte en lo más seguro e inquebrantable que pueda haber, en lo que hace posible que nuestro camino tenga continuidad en el tiempo».

Vivir preparados. En el Evangelio leemos las siguientes expresiones: «Estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre» o «Ustedes estén como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame». ¿Estamos preparados para que venga el Señor? Muchas veces nos confiamos y vivimos como si no fuera a venir nunca. ¡Llegará!, y conviene que nos halle preparados. Que no nos descubra como el administrador de la parábola, que andaba violento y borracho. Que en cambio nos encuentre a la altura, identificados con Cristo y felices de hacer su voluntad.

Vivir con Dios. Muchas de las equivocaciones que cometemos en la vida es porque vivimos lejos de Él. Nos construimos un Dios a nuestra medida. Dios es un Dios salvador y lleno de amor por la humanidad. De este modo, en la primera lectura advertimos cómo Dios, que es fiel a su pueblo, va caminando con él en su historia y va poniendo todo de su parte para que el pueblo crea en Él, aunque vivamos resistiéndonos por el pecado. El pueblo espera la salvación de su Dios, pero, siendo honestos, caminamos en medio de la infidelidad, engañando a Dios y a nosotros mismos, pensando que no pasará nada. No olvidemos que «al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá».  

Hermanos, que este domingo nos sirva para reflexionar cuán unidos estamos a Dios, preguntarnos si estamos preparados para encontrarnos con Él y finalmente vivir en comunión. «¡Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela!»

Vivamos un buen domingo en la presencia de Dios.

Sigamos cuidándonos.

P. Martín


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