JUEVES SANTO - MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
Primera lectura: Éxodo 12, 1-8. 11-14; Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: cf. 1 Co 10, 16); Segunda lectura: 1Corintios 11, 23-26; Evangelio: Juan 13, 1-15.
En las lecturas de hoy vemos algo en común: la
trascendencia de las acciones.
En la primera lectura vemos como Dios pasa a través del
tiempo. Dios mismo habla de la importancia de “Este mes”, de “Esta noche”, de “Este
día”. Son expresiones cronológicas valiosas. “Este mes es el más importante”:
No hablamos de una temporada cualquiera, va más allá de lo cotidiano. Rompe con
la rutina y se abre a la novedad. “Esta noche pasaré por todo el país de Egipto”:
Esta noche Dios extermina la esclavitud y el mal. “Este día será memorable”: Dios
vencerá, por eso, el pueblo recordará este día.
Esto mismo lo podemos trasladar a nosotros. Estamos en un
tiempo muy especial, son los días más importantes del año en los cuales Dios
pasa entre nosotros y nos ofrece a su Hijo para rescatarnos de aquello que nos
oprime.
Siguiendo esta reflexión sobre el tiempo, leemos en la
segunda lectura que San Pablo habla de una tradición que recibió y que él nos
transmite. Líneas más adelante dice “Cada vez que ustedes comen de este pan y beben
de este cáliz”: No habla de una sola vez, habla de varias ocasiones. No habla
de una tradición estancada y cerrada, habla de una tradición que se despliega y,
en ella, se nos da el único sacrificio de Cristo, que se irá extendiendo “hasta
que vuelva”.
En el contexto de “esta noche” de la que habla San Pablo
llega “la hora de pasar de este mundo al Padre” de Jesús como dice San Juan. En
la ultima cena hay un gesto hermoso que va más allá de lo puramente exterior.
Jesús atándose la toalla, empieza a lavar los pies a los discípulos. Jesus nos muestra
en este gesto que Él se hace esclavo y se pone al servicio.
Ciertamente el lavar los pies es un gesto de servicio,
pero si vamos más allá también es un gesto de purificación. Nos ponemos al
servicio de los demás para limpiarlos, purificarlos. Por esto, Jesús establece
la perpetuidad del gesto: “También ustedes deben lavarse los pies unos a otros”.
Así como en esta noche Jesús nos deja el Sacramento de la Eucaristía, también
nos deja este mandato de servir a los demás.
Este jueves santo participamos de la cena pascual, de la
ultima cena de Jesús, en la institución de la Eucaristía, del Sacerdocio y del
mandato del amor.
Al final de la Misa, omitida la bendición, se traslada la
reserva eucarística al lugar preparado para ello. Este lugar es para estar con
Jesús, es acompañarle mientras espera “la hora” en que empieza su entrega
suprema. Estar con Él también es un gesto de amor, de caridad, de servicio.
Junto a Él estaremos esperando al traidor y, como Juan, lo acompañemos discretamente
durante todo el proceso judicial.
Vivamos santamente esta semana santa.
P. Martín
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