DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A

Primera lectura: Isaías 55, 10-11; Salmo 64, 10. 11. 12-13. 14 (R.: Lc 8, 8); Segunda lectura: Romanos 8, 18-23; Evangelio: Mateo 13, 1-23



La oración colecta de este domingo empieza diciendo algo interesante: «Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al camino». Dios nos va revelando progresiva y pedagógicamente la luz de la verdad a nosotros que andamos extraviados. Dios no nos impone de golpe las cosas, sino que, como un buen pedagogo, nos va sacando del extravío y la confusión para llevarnos a esa luz que ilumina.

¿Cómo lo hace? A través de su Palabra. Dios nos va hablando siempre y depende de nosotros de cómo recibimos su Palabra. Su palabra no es infecunda, es poderosa y, como dice la primera lectura «Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo». Su palabra poco a poco va entrando en nuestra mente y corazón, aumenta nuestra fe (como dice San Pablo: «La fe viene por la escucha» Rm 10, 17) y nos va haciendo conocer ese deseo y encargo de Dios.

En el Evangelio de este domingo, Jesús nos presenta «la parábola del sembrador» No hace falta mayor explicación porque Jesús mismo la explica. Solo quisiera comentar brevemente la acción del maligno y los tres tipos de tierra que nos presenta.

Jesús no niega la existencia del maligno y hay que ser muy respetuosos con ello. Precisamente él no quiere que la semilla de la palabra entre en nuestra tierra. Quiere arrebatarnos para que vivamos, como decía la oración colecta, extraviados. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Tampoco vamos a negar que hoy existen ideologías diabólicas que quieren servir de instrumento de confusión y están al servicio de la desaparición de los valores universales y cristianos. Por eso, no resulta extraño que cuando se proclama la verdad del evangelio no falten personas o grupos de interés que vayan al ataque de quien pregona la verdad.

Jesús habla de la semilla que cayó al borde del camino. Dice el Señor «Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón». ¿Cuántas personas pueden vivir así? Van ocasionalmente a la iglesia, escuchan superficialmente la Palabra y, como se dice popularmente, «les entra por un oído y les sale por el otro». Por esto, no se percibe cambio en estas personas.

Luego habla de la semilla que cayó en terreno pedregoso. «Significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.» Me pongo a pensar en aquellos que reciben los sacramentos de iniciación cristiana, que se preparan por algún tiempo, incluso se animan, y luego sucumben. Y como ellos, también tantas otras personas que reciben una primera evangelización, pero luego les pasa la emoción.

El tercer tipo es lo sembrado entre abrojos o espinos. «Pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.» Son aquellos que han puesto a Dios en un segundo, tercer o, incluso, ultimo lugar. Primero son las necesidades y luego, si me acuerdo, pongo a Dios. Todo lo que recibió se atrofia y ya no funciona. Pasa por una vida espiritual frívola y triste.

Y el último tipo es el de la tierra buena. Ojalá seamos todos tierra buena y que la semilla de la Palabra dé muchos frutos. Que el mejor fruto sea nuestra propia cristificación.

Vivamos este domingo con deseos de que la semilla de la Palabra entre en lo profundo de nuestra tierra y no caiga en vano en nuestra vida.

Feliz día de la Virgen del Carmen y feliz domingo.

P. Martín

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