SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI - CICLO B
Primera lectura: Éxodo 24, 3 - 8; Salmo 115, 12 - 13. 15. 16bc. 17-18; Segunda lectura: Hebreos 9, 11 - 15; Evangelio: Marcos 14, 12 - 16. 22 - 26
Celebramos la Solemnidad del Corpus Christi. En esta
oportunidad contemplamos el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor. Además, esta
Solemnidad trae de por sí una manifestación pública de fe y amor: Sale el Señor
en solemne procesión por nuestras calles, iglesias, oratorios; se le rinden los
honores que merece como Dios; Jesús derrama muchísimas bendiciones y gracias en
este día especial.
¿A qué me compromete este día?
1. A
cumplir los mandatos del Señor. Como podemos leer en la primera lectura, el pueblo le
responde a Moisés que está dispuesto a obedecer y cumplir la voluntad de Dios.
Cristo, es el primero que nos enseña a obedecer, al punto de que entrega su
vida en obediencia a la voluntad de Dios. Nosotros este día, salimos a
acompañar a Jesús, para manifestar públicamente nuestra adhesión a su voluntad
y, delante de su presencia, le pedimos la gracia necesaria para cumplirla. Con
ello, debemos pensar en la coherencia de vida que exige el recibir
sacramentalmente al Señor. Es cierto, Dios nos excluye a nadie, pero los
pecados son los que condicionan su recepción. Hagamos todos el compromiso para
vivir en gracia, obedientes a la voluntad de Dios, para que podamos recibirlo y
sentirnos fortalecidos por Él.
2. A
vivir en comunión. La Eucaristía es vínculo de comunión efectiva y afectiva. Amamos a Dios y
amamos al prójimo. Precisamente, vemos en la primera lectura que la unión de las
voluntades de los israelitas es la que tiene como consecuencia la adhesión a la
voluntad de Dios. Hoy, en la Santa Misa, escuchamos la Palabra y nos tiene que
comprometer a vivir unidos, como el trigo hecho harina, que luego se convertirá
en el Cuerpo de Jesús. ¿Cómo puedo acercarme a la comunión sacramental si estoy
resentido o enojado con mi prójimo? ¿Soy causa de escandalo y división para los
demás y luego estoy en la misa «golpeándome el pecho»? Más bien, tengo que
pedir la gracia de vivir amando a Dios y a los demás.
3. A
cuidar la preparación de la Eucaristía: En el Evangelio vemos cómo Jesús
indica que hay que preparar la ultima cena. Hay detalles escondidos y no
descritos. La cena pascual era la cena más solemne para los judíos. En ella se
utilizaban los mejores utensilios y la mejor vajilla. No era una cena
cualquiera. Un compromiso de todos es de preparar la celebración de la mejor
manera, sin derroche ni ostentación, pero con lo mejor. Incluso debo
reflexionar cómo me visto para ir a misa, cómo me comporto, si presto o no
atención a la lo que se dice en la Misa, etc. Hay que cuidar todos los detalles
porque no es cualquier momento. A los que tenemos que ver directamente en la celebración,
también es bueno reflexionar sobre cómo nos preparamos para este momento.
4. A
crecer en el amor a Jesús Eucaristía. El mundo desprecia a Jesús. No lo conoce ni le interesa
conocerlo. Nosotros debemos decir como los videntes de Fátima: «¡Dios mío, yo
creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran,
no esperan, no te aman!» Amar por los que no aman y pidiendo que amen. Y para
los que estamos en contacto frecuente con Él, pedir la gracia de no
acostumbrarnos. La rutina mata el amor. Pidamos la gracia de amarle más, de
enamorarnos de Él, de ser fieles a su voluntad como detalle de amor.
Podríamos decir muchísimas más cosas, pero esto es lo que
me inspira el Señor reflexionar este domingo tan hermoso. Que sea un día de
mucha bendición para el mundo entero.
P. Martín
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