SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI - CICLO B

Primera lectura: Éxodo 24, 3 - 8; Salmo 115, 12 - 13. 15. 16bc. 17-18; Segunda lectura: Hebreos 9, 11 - 15; Evangelio: Marcos 14, 12 - 16. 22 - 26

LA IGLESIA VIVE DE LA EUCARISTÍA


Empiezo esta reflexión citando el titulo de la encíclica de San Juan Pablo II de abril del 2003 que, me parece, sintetiza lo que significa esta solemnidad para nosotros. La Iglesia sin la Eucaristía, sin Jesús, perdería su razón de ser, sería un grupo humano, posiblemente desaparecido para el día de hoy. La Eucaristía es Jesús, es Dios mismo que se nos da como alimento de vida eterna, su cuerpo sacia nuestra hambre y su sangre sacia nuestra sed. Es ofrenda, es donación.

Empecemos hablando, brevemente, sobre el origen de la fiesta de hoy. Esta fiesta tiene su origen en el siglo XII, en diversos movimientos en torno a la Eucaristía en Bélgica. Santa Juliana de Mont Cornillón, nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo. Juliana comunicó estas visiones a Mons. Roberto de Thorete y éste convocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante. Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania. El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena. El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés. Según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos. Las procesiones con la Eucaristía fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.*

En la primera lectura vemos la conclusión de la alianza en el Sinaí que empieza con la alianza con Noé hasta este momento en que se da esa alianza entre Dios y el Pueblo elegido y que culmina plenamente con Jesucristo. En esta lectura podemos intuir dos aspectos que van muy unidos. Por un lado se habla de la comunión con la víctima. Como podemos ver en la lectura, se manda hacer un sacrificio de comunión para poder restablecer esa relación con la divinidad y en ese sacrificio muchos toman parte. Entonces podemos hablar de una comunión con la víctima para que, estando unidos, podamos ofrecernos a Dios. Pero, aunque no lo diga explícitamente, también podemos ver una comunión invisible, esa comunión que provoca la víctima entre todos los que toman parte de ella. De aquí podemos ver dos aspectos que son fundamentales para los cristianos: la comunión sacramental, es decir tomar parte del Cuerpo y la Sangre de Cristo a través del Sacramento Eucaristía que nosotros lo recibimos normalmente cuidando las buenas disposiciones y el estado de Gracia, y ello nos pone en comunión con la víctima. Y por otro lado la comunión invisible entre todos los que tomamos parte ese sacrificio, nosotros los bautizados estamos en comunión en la medida que tomamos parte de la Santa Misa y nos unimos a Jesucristo en ella. 

Por otro lado también vemos en la primera lectura como Moisés es el intermediario del mensaje de Dios en el cual le dice a todo el pueblo lo que Dios espera de ellos el cumplimiento de los mandamientos. No lo dice explícitamente pero Moisés realizando esta acción realizó una actividad sacerdotal, es decir, es el intermediario entre Dios y los hombres para comunicarles lo que Dios espera de nosotros en ese restablecimiento del alianza. ¿Qué tiene que hacer un sacerdote a la luz de esta lectura? Dos cosas: hablarle a Dios de los hombres y hablarle a los hombres de Dios y en ese hablarle a los hombres de Dios manifestar cuál es la voluntad de Dios, qué es lo que espera Dios de nosotros para poder conseguir la vida eterna. 

La segunda lectura tomada de la carta a los Hebreos podemos ver el centro de la carta donde nos muestra a Jesucristo como el Sumo Sacerdote, aquel que no solo ofrece un sacrificio imperfecto sino que él es sacerdote víctima y altar como dice la plegaria eucarística quinta. Cristo es el que ofrece el sacrificio la víctima que se va a ofrecer y el lugar donde se ofrecer el sacrificio. Es a través de su sacrificio perfecto por el cual el pecado queda borrado, redimido y limpio en vistas de que el ser humano, limpio de todo pecado, esté capacitado para restablecer esa relación dañada por el pecado y poder ofrecer el culto que le agrada a Dios. 

Finalmente en el evangelio de hoy nos ubicamos nuevamente en la última cena, momento magnífico en el que Jesucristo nos deja sacramentalmente lo más grande que nos podía dejar: su cuerpo y su sangre. Sin ellos la Iglesia no vive, sin la Eucaristía la Iglesia no camina, sin la Eucaristía perderíamos nuestra identidad y razón de ser. Hoy volvemos a escuchar esas palabras que hemos escuchado el jueves santo y que escuchamos en todas las misas Tomen y coman, tomen y beban. Jesucristo se nos da, pero dependerá mucho de nosotros que lo queramos recibir bien, es decir que valoremos la Eucaristía para nosotros mismos y para la Iglesia. 

Cuántos santos han hablado del cuidado que debemos tener para prepararnos para la Santa Misa y esto lo vemos en las indicaciones que Jesús da para preparar la cena Pascual: preparar un buen lugar, prepararlo con lo que se necesita, preparar con todos lo adecuado. La Eucaristía necesita cuidado tanto interior, mis disposiciones personales, como exterior, el ornato de la celebración sacramental. 

En este tiempo en pandemia nos podemos preguntar ¿Qué significa eucaristía para mí la Eucaristía y si es algo importante o es algo accesorio de lo que puedo prescindir cuando yo quiera y lo vuelvo a tomar cuando lo necesito? Es un buen día para preguntarnos qué valor tiene el Eucaristía para mi vida. Que Jesús nos ilumine para que podamos entender este misterio de su Cuerpo y de su Sangre que se nos da a nosotros que es para nosotros misterio de salvación, misterio de vida eterna, ese Pan vivo que bajo del cielo para saciarnos. Ojalá que todos valoremos cada vez más ese don inmenso de amor que Jesús nos da a través del Sacramento del su Cuerpo y de su Sangre.                                                                           

Buen domingo, y para todos los compatriotas buenas elecciones. Dios nos ilumine.

P. Martín                                                 

*https://www.aciprensa.com/recursos/historia-de-la-solemnidad-del-corpus-christi-4769


Comentarios

  1. PRECIOSISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, ven y danos tu DIVINA LUZ para ser cada vez más fieles a TI y podamos convertirnos con mucho amor mediante la oración con fe.

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