DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
Primera lectura: Números 11, 25-29; Salmo 18, 8. 10.12-13. 14 (R.: 9a); Segunda lectura: Santiago 5, 1-6; Evangelio: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48.
En las lecturas de hoy hay varios
temas, muy interesantes, por comentar.
La segunda lectura, del apóstol
Santiago, además de la exhortación que nos hace a vivir lejos de la riqueza que
no nos hace bien, hay algo que dice como para darnos cuenta de la urgencia de
la conversión: «¡Han acumulado riquezas… en los últimos días!». Estamos en los últimos
días. Deberíamos vivir conscientes de esto: todo se acaba, tarde o temprano. Entonces,
para que acumular, codiciar y desgastarnos por las riquezas si todo acabará.
Es una buena oportunidad para pensar
cómo quisiéramos que sean nuestros últimos días. Ese ultimo momento puede
llegar de sorpresa o se puede prolongar. Nadie sabe cuándo terminará su paso
por este mundo, pero lo que si debemos pensar alguna vez es el cómo lo queremos
terminar. Por eso, no viene mal hacer resonar esas palabras del inicio de la
segunda lectura: «lloren a gritos por las desgracias que se les vienen encima».
Ahora es el tiempo de cambiar y replantearnos cuál es la opción fundamental de
nuestra vida.
En la primera lectura y en el Evangelio
se nos habla de una cierta envidia por algunos que recibían poderes
espirituales al margen del grupo que los había recibido. Y el Señor dice «El
que no está contra nosotros está a favor nuestro». Todos podemos hacer algo
para que el poder de Dios se siga extendiendo a todos los hombres. No necesariamente
«algunos privilegiados» pueden ser instrumentos exclusivos del poder de Dios.
(Ojo: esto lo digo en un sentido amplio. No me refiero a quienes tienen la
tarea de administrar los sacramentos. Hay apostolados que pueden realizar los
laicos y, de hecho, muchos laicos han sido instrumento de Dios para mostrar sus
maravillas).
Precisamente en la oración colecta
de este domingo recordamos que el poder de Dios se expresa sobre todo en el
perdón y la misericordia. Una buena pregunta que nos podemos hacer es cuántas
veces nos hemos dedicado a buscar y ofrecer el poder del perdón y la
misericordia.
Si vemos que alguien tiene una
iniciativa en el nombre de Dios, como dice el mismo Señor, «No se lo impidan».
No matemos el entusiasmo de muchas personas que, al encontrarse con Jesús, lo
único que quieren es ser instrumento de paz y de reconciliación. Si el Señor
nos regala a nosotros algún poder espiritual usémoslo para que se creen lazos
de verdadera fraternidad y amor entre nosotros.
Por otro lado, en el Evangelio también
sale el tema del escándalo. «El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que
creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo
echasen al mar.» El que escandaliza es una piedra de tropiezo para sus
prójimos. Debemos pedir con mucha humildad al Señor la gracia de tener siempre
un pensamiento acertado, prudente, honesto. Que nuestro modo de proceder no sea
una piedra de tropiezo para los demás.
El peligro es real. Nos jugamos la
vida eterna. Más vale entrar al reino sin aquello que ha sido ocasión de pecado
en nuestra vida que ir a la gehenna y a donde el fuego no se apaga.
Buen domingo en la presencia del
Señor.
P. Martín
Dejo una reflexión anterior que puede ayudar.
https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/09/domingo-vigesimo-sexto-del-tiempo.html
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