DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
Primera lectura: Josué 24, 1-2a.
15-17. 18b; Salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23 (R.: 9a); Segunda
lectura: Efesios 5, 21-32; Evangelio: Juan 6, 60-69.
Hoy en las lecturas salen dos temas interesantes.
El primero que quisiera reflexionar es el no olvidar lo que Dios va
haciendo en nuestra vida. En la primera lectura se hace un reclamo en la boca
de Josué: «Si les resulta duro servir al Señor, elijan hoy a quién quieren
servir». ¿Yo a quién quiero servir? ¿Cuál es mi prioridad en mi vida espiritual
o de fe? Puede ser que haya una cercanía a la Iglesia, por ejemplo, pero no un
trato cercano y personal con Cristo; también puede ser que me acerque a los
participantes de la Iglesia, pero no me acerco a las presencias reales de
Cristo en el prójimo. En fin, puede haber múltiples respuestas a esta pregunta.
¿A quién sirvo?
Con ello, el pueblo, a partir de este reclamo, recuerda lo que Dios ha
hecho por ellos: los libró de la opresión de los egipcios. Dios también va
pasando por nuestras vidas, obra en nosotros cosas grandes, en algunos casos
nos ayuda en determinadas situaciones difíciles, pero también nos olvidamos de
ello y nos podemos alejar de Él o simplemente obviar su presencia. Nuestra respuesta
tiene que ser «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros
dioses!» o «También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios».
En Evangelio de la misa también escuchamos al Señor hacer un reclamo: «¿También
ustedes quieren marcharse?». Cuando descubrimos lo que significa seguir a Jesús
puede entrar la duda, el escándalo, el desaliento, pero el nos pregunta si lo
queremos abandonar. Uno no sigue al Señor por miedo o por interés, uno lo sigue
porque ha descubierto en Él la fuente del amor y la misericordia. Podemos decir
con Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna;
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Sus palabras nos
encaminan para el cielo y su presencia nos hace ver que sí es posible alcanzar
la santidad.
En la segunda lectura se dirige a los esposos. El matrimonio es una
relación de amor. Se dirige a las mujeres y les dice que respeten a los esposos
como al Señor. No dice que hay que someterse servilmente, sino hacer un acto de
fe de que la esposa vea en su esposo a Cristo. Ojo, y el esposo no debe hacer
abuso de esto, debe tener un comportamiento como Cristo. A los esposos le dice
que deben amar a sus esposas. Hay casos de algunos esposos varones aburridos,
apagados, cansados. Esposo, qué puedes hacer para demostrar tu amor a tu esposa.
Amar va más allá de ser cariñoso o empalagoso. El modelo es el amor de Cristo a
su Iglesia. Cristo ha sido fiel siempre, la Iglesia ha sido fiel y está
protegida por su esposo. Ese amor muchas veces significará sacrificios y
renuncias. Un amor de calidad, de respeto, de fidelidad. El amor humano, para
el soltero o casado, se entiende desde el amor de Dios.
Hoy la Palabra nos invita a volver a ser fieles a Dios y a los esposos ser
fieles entre ellos. El modelo es Cristo.
Buen domingo en la presencia de Dios.
P. Martín
Comparto otra reflexión anterior que puede ayudar:
https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/08/domingo-vigesimo-primero-del-tiempo.html
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