TERCER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO C

Primera lectura: Sofonías 3, 14-18a; Salmo: Isaías 12, 2-3. 4bcd, 5-6 (R.: 6); Segunda lectura: Filipenses 4, 4-7; Evangelio: Lucas 3, 10-18.



Estamos en el tercer domingo de adviento. Es un domingo especial porque, como pueden ver en los ornamentos del sacerdote, prima el color rosado que nos advierte cercana las próximas fiestas navideñas. También a este domingo se le llama de gaudete, nombre que viene de la antífona de entrada de la misa de hoy, donde se nos invita a estar alegres. No es una alegría plena, porque todavía falta algún tiempo para llegar a ella. En ese sentido, nos vamos preparando para el recuerdo de la primera venida de Cristo en la Navidad.

En las lecturas de este domingo de este ciclo litúrgico hay un especial énfasis en la alegría. Sin duda alguna, que no se habla de una alegría pasajera, fugaz, efímera, sino una alegría que viene de Dios. Pensemos por un momento en la alegría que produce en nosotros cuando estamos a la expectativa de la llegada de un familiar que no vemos hace tiempo, que ha estado lejos o que ha pasado una situación complicada. Tenerlo cerca nos va a llenar el corazón y en la medida que nos vamos acercando a ese encuentro la sola espera nos va alegrando.

En las lecturas se vuelve sobre este tema. En estos días, muchas personas ponen su felicidad y su alegría en el bienestar, es decir en llevar una vida sosegada y sin esfuerzo, otros en el dinero, que buscan conseguirlo a toda costa y sin mediar esfuerzo, muchas veces poniendo en riesgo su vida, su salud y su paz, algunos ponen su alegría y su felicidad en el tener, en el poseer, en el adquirir. Sobre todo, en este tiempo, podemos ver gente que piensa que la Navidad es comprar, gastar, consumir, olvidando que el centro de este acontecimiento es Jesucristo.

¿De dónde viene nuestra alegría, podemos preguntarnos? En la primera lectura, escuchamos de Sofonías, que viene de la cancelación de nuestra condena y de la expulsión de nuestros enemigos, porque el Señor, nuestro Dios, es un guerrero que viene a salvarnos. Saber esto nos tiene que llenar de verdadera alegría al saber que Jesucristo se ha hecho hombre y ha venido al mundo para rescatarnos del poder del mal que nos condenaba. Hasta su venida el poder del mal iba siendo estragos en los hombres y que muchas veces se ha visto en aprietos por la conducta que llevaban. Escuchamos en esta primera lectura que el Señor nos ama y se alegra de vernos libres de esta situación tan desconsoladora.

En la segunda lectura, escuchamos de San Pablo que la alegría en el Señor trae como consecuencia la mesura, es decir, un comportamiento adecuado y ecuánime según lo que hemos ido conociendo de Jesús. Alguien que ha conocido a Jesús ya no tiene la misma vida de antes, todo lo contrario, lleva una vida prudente, ordenada, libre de toda atadura, aunque no faltarán las tentaciones que algunas veces nos llevarán a algunas caídas. También nos recuerda que el Señor está cerca y, como ya lo decía anteriormente, esto nos tiene que llevar a alegrarnos de saber que el Señor viene.

Hoy en el evangelio el protagonista es Juan Bautista. Leemos todas las obras que iba realizando para anunciar la llegada del Redentor. Dice que viene alguien que puede más que él y que no merece desatarle la correa de sus sandalias. Pero, además, indica algo que también nos tiene que llenar de profunda alegría que es el bautismo con el Espíritu Santo y fuego. De repente, para alguno, puede ser algo sin sentido, pero ser bautizado no solo con agua sino en el Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, nos hace hijos adoptivos, nos hace hijos en el hijo. Aquel que viene, viene trayendo la afiliación adoptiva.

Por eso, queridos amigos, en este domingo tenemos razones de sobra para estar alegres: porque el que viene anula nuestra condena, porque el encuentro con Él nos cambia de vida, porque seremos hijos en el Hijo.

Con estos pensamientos preparémonos a la próxima Navidad ya cercana. Que sea un tiempo de contemplar el misterio del Señor en su nacimiento y su manifestación, pero que no olvidemos que seguimos en este tiempo de preparación en el silencio, la oscuridad y la oración nos vamos preparando para la llegada del Redentor. Pidámosle a Él que esta Navidad no sea solo la expectativa de algo material sino una oportunidad de sentir el regalo de Dios en nuestra vida.

P. Martín

P.d. Adjunto una reflexión anterior que puede ayudar.

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/12/tercer-domingo-de-adviento-ciclo-c.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

SOBRE EL ADVIENTO

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B