DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
Primera lectura: Sabiduría 2, 12. 17-20; Salmo 53, 3-4. 5. 6 y 8 (R.: 6b)Segunda lectura: Santiago 3, 16—4, 3; Evangelio: Marcos 9, 30-37.
En la oración colecta de este
domingo recordamos que la plenitud de la ley es el amor. Esta afirmación va muy
de la mano con la pregunta que le hacen a Jesús sobre cuál es el mandamiento
más importante: el amor a Dios y al prójimo. Entonces, nuestro modo de vivir y
existir está en torno al amor. Este amor no es un esfuerzo voluntarista sino
una gracia de Dios, por eso decimos, en comunión con toda la Iglesia, que nos
conceda cumplir los mandamientos para merecer llegar a la vida eterna. El amor
es una gracia y un don de Dios. De no ser así, el amor se reduciría a algo
emotivo, sentimental y fugaz.
En la primera lectura vemos algo que
no es ajeno a nuestra realidad: la envidia. El justo intentará vivir el doble
mandamiento del amor; el impío, el injusto, no. Por eso, como se ve en la
lectura, quieren acabar con el hombre justo porque incomoda e interpela. El
injusto envidia al justo por ese modo correcto de vivir, lo envidia porque vive
amando. En cambio, el injusto no llega al mínimo del amor, porque vive aferrado
a sus placeres y sus intereses. Lamentablemente, el injusto buscará acabar son
ese remordimiento y querrá deshacerse de él. Eso mismo pasa en las relaciones
interpersonales: alguno resulta incómodo, entonces, hay que acabar de la forma
más eficaz con esto. Desgraciadamente, la envidia define muchas relaciones
interpersonales.
Por eso, en la segunda lectura, como
remedio a la envidia está la sabiduría. El apóstol Santiago afirma que «Donde
hay envidia y rivalidad, hay turbulencia y todo tipo de malas acciones». Nos
habla de una sabiduría que viene de lo alto, por tanto, un don de Dios, pero también
señala una serie de características de esa sabiduría: paz, comprensión,
conciliación, misericordia, imparcialidad y sinceridad. Podríamos decir, en un
sentido muy amplio, que también son características del amor (Cf. 1Co 13). Una
persona sabia y justa no se entretiene en cosas pasajeras y fugaces, sino, en
que vive amando y obrando con justicia y santidad. También dirá que «El fruto
de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz».
En el Evangelio de este domingo también
sale el tema de la humildad. Dice el relato que «Por el camino habían discutido
quién era el más importante». Aquí no se trata de quién está por encima del
otro sino de ser los últimos y los servidores de todos. Solo los justos podrán
vivir el servicio desinteresadamente y buscando el bien de los demás. El papa
Francisco que alguna ocasión ha recordado que «La única autoridad es la
autoridad del servicio» (2015). Por ello, no viene mal recordar aquella famosa
frase de San Ignacio de Loyola: «En todo, amar y servir».
Al final, pone como ejemplo un niño.
Los niños no viven preocupados por el poder, el tener o el poseer. Si puede
haber riñas y discrepancias, pero no se estancan en resentimientos. El niño
muestra espontáneamente su amor y su cariño. El niño dice la verdad y no anda
en ambigüedades. El niño confía. Jesús nos pone como ejemplo al niño para que
no nos perdamos en la injusticia ni en la falta de amor. Tenemos que pedir el
don de la infancia espiritual para vivir caminando hacia la vida eterna.
Pidamos al Señor la gracia de vivir
humildemente.
Buen domingo en la presencia del
Señor
P. Martín
Comparto otra reflexión anterior que puede ser de ayuda:
https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/09/domingo-vigesimo-quinto-del-tiempo.html
Tu Gracia Señor Jesús, para SERVIR con Humildad y Alegría
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