SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS - CICLO B

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2, 1 - 11: Salmo 103, 1ab. 24ac - 30- 31.34; Segunda lectura: 1Corintios 12, 3b - 7. 12 - 13; Evangelio: Juan 20, 19 - 23



Estamos en la gran solemnidad de Pentecostés. Para los judíos era originalmente una fiesta de origen agrícola que luego se convirtió en el recuerdo de la entrega de la Ley en el Monte Sinaí. Esta fiesta de celebraba el día 50 después de Pascua. Para nosotros, los cristianos, en el día del Pentecostés descendió el Espíritu Santo.

A partir de las oraciones y las lecturas de esta solemnidad, quisiera hacer algunas reflexiones:

En la oración colecta, le pedimos a Dios Padre «derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra». Oramos para que el Espíritu llegue a todos, que venga a nosotros y a todos los hombres. No es solo para algunos selectos, ni para un grupo concreto de iluminados, lo pedimos para todos los hombres de toda raza, pueblo, lengua. El Espíritu viene a nosotros para que vivamos en comunión. En la secuencia leemos «Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos», recibiremos según esperamos.

En la oración sobre las ofrendas pedimos que el Espíritu «se digne llevarnos al conocimiento pleno de toda la verdad revelada». El ser humano puede llegar a una aproximación del conocimiento de Dios, pero entrar en el misterio requiere el don de la fe y la luz del Espíritu Santo, que nos revelará la verdad plena. En la segunda lectura leemos que «Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo» Necesitamos del Espíritu para un profundo conocimiento de Dios. Él nos ayudará para profundizar hasta donde den nuestras capacidades para entrar en el misterio de Él. Eso es lo que sucede cuando se dice en la secuencia «Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.»

Y, en la oración después de la comunión, pedimos que «el don infuso del Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza». Nosotros, sin Dios, somos débiles criaturas, no podemos nada, «mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento». Para eso, el Señor Jesús nos enviará al Paráclito, al Defensor, al Abogado, que nos defenderá en los momentos en donde el poder del mal quiere derrotarnos. Para ello, debemos invocar una y muchas veces al Espíritu para que sea Él quien guie nuestra mente y corazón para actuar según la voluntad de Dios. Nos quiere llenar de fortaleza para poder vencer.

En el Evangelio podemos leer que Jesús, luego de dar el Espíritu Santo, dice que «a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos» Es el Espíritu el que nos santifica, el que nos hace hijos en el Hijo, el que nos diviniza, el que nos va purificando y nos hace nuevas criaturas. No olvidemos que el pecado contra el Espíritu consiste en la cerrazón a su acción en la vida y es el único pecado que no tiene perdón.

Hoy, como dice el prefacio, «Pues, para llevar a plenitud el Misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre los habías adoptado como hijos», le pedimos, como dice la oración colecta, «realiza ahora también, en el corazón de tus fieles, aquellas maravillas que te dignaste hacer en los comienzos de la predicación evangélica.»

¡Ven Espíritu Santo!

P. Martín


P.d. Como son las mismas lecturas cada año, también pongo los enlaces de los años anteriores donde se puede complementar. 

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2023/05/solemnidad-de-pentecostes-ciclo-a.html

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2021/05/solemnidad-de-pentecostes-el-espiritu.html

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2022/06/solemnidad-de-pentecostes-ciclo-c.html

 

 

 


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