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Mostrando entradas de septiembre, 2024

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

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Primera lectura: Números 11, 25-29; Salmo 18, 8. 10.12-13. 14 (R.: 9a); Segunda lectura: Santiago 5, 1-6; Evangelio: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48. En las lecturas de hoy hay varios temas, muy interesantes, por comentar. La segunda lectura, del apóstol Santiago, además de la exhortación que nos hace a vivir lejos de la riqueza que no nos hace bien, hay algo que dice como para darnos cuenta de la urgencia de la conversión: «¡Han acumulado riquezas… en los últimos días!». Estamos en los últimos días. Deberíamos vivir conscientes de esto: todo se acaba, tarde o temprano. Entonces, para que acumular, codiciar y desgastarnos por las riquezas si todo acabará. Es una buena oportunidad para pensar cómo quisiéramos que sean nuestros últimos días. Ese ultimo momento puede llegar de sorpresa o se puede prolongar. Nadie sabe cuándo terminará su paso por este mundo, pero lo que si debemos pensar alguna vez es el cómo lo queremos terminar. Por eso, no viene mal hacer resonar esas palabras del inic

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

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Primera lectura: Sabiduría 2, 12. 17-20;  Salmo 53, 3-4. 5. 6 y 8 (R.: 6b)Segunda lectura:  Santiago 3, 16—4, 3; Evangelio:  Marcos 9, 30-37. En la oración colecta de este domingo recordamos que la plenitud de la ley es el amor. Esta afirmación va muy de la mano con la pregunta que le hacen a Jesús sobre cuál es el mandamiento más importante: el amor a Dios y al prójimo. Entonces, nuestro modo de vivir y existir está en torno al amor. Este amor no es un esfuerzo voluntarista sino una gracia de Dios, por eso decimos, en comunión con toda la Iglesia, que nos conceda cumplir los mandamientos para merecer llegar a la vida eterna. El amor es una gracia y un don de Dios. De no ser así, el amor se reduciría a algo emotivo, sentimental y fugaz. En la primera lectura vemos algo que no es ajeno a nuestra realidad: la envidia. El justo intentará vivir el doble mandamiento del amor; el impío, el injusto, no. Por eso, como se ve en la lectura, quieren acabar con el hombre justo porque incomoda e

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

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Primera lectura: Isaías 50, 5-9a; Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 9); Segunda lectura: Santiago 2, 14-18; Evangelio: Marcos 8, 27-35. Imaginemos que hoy te van a tomar un examen sorpresa y la pregunta que te hacen es escribir quién es Jesús. ¿Cuál sería mi respuesta? Imagino que las respuestas serian de las más variadas y curiosas como la de sus discípulos. Desde las más informadas hasta las simples, e incluso, vacías. El papa Benedicto XVI, en su primera encíclica decía: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». Nosotros conoceremos a Jesús por el trato que tenemos con Él. Entonces, es a partir de nuestra relación con Jesús que sabremos responder quién es. ¿Cómo conocimos a Jesús? ¿Lo recuerdas? ¿O no lo conocemos? Vale la pena recordar, aunque no tenga que ver con el texto del día de hoy, que conocer en los

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B

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Primera lectura: Isaías 35, 4-7a; Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.:1); Segunda lectura: Santiago 2, 1-5; Evangelio: Marcos 7, 31-37. Sabemos que Jesucristo cumple las promesas del Antiguo Testamento. En la primera lectura podemos leer qué Isaías indica que «Dios viene en persona». No está hablando de un personaje de fábula o de un ser inalcanzable, estamos hablando de Alguien que viene a nosotros para instaurar una nueva época caracterizada por el bien que va a ser a la humanidad. Como podemos leer en la primera lectura, lo que hará es sanar lo que está enfermo, pero también, lo hará como anuncio de aquello que realizará en plenitud, es decir, la salvación. Dios no es indiferente a todo lo que el hombre tiene que pasar en este mundo, por ello, quiere restaurar todas las cosas para que su reino se pueda vivir en plenitud. Esto mismo lo vemos realizado en las acciones de Jesús. En el Evangelio vemos que se encuentra con un hombre que no podía hablar ni oír. A veces el pecado nos pon