CUARTO DOMINGO DE PASCUA - CICLO C
Primera lectura: Hechos de los apóstoles 13, 14. 43-52; Salmo 99, 2. 3. 5 (R.: 3c); Segunda lectura: Apocalipsis 7, 9. 14b-17; Evangelio: Juan 10, 27-30.
Hemos llegado al cuarto Domingo de Pascua, que tradicionalmente se ha llamado el Domingo del Buen Pastor. En la primera oración de la misa nos habla del Pastor que precede a su rebaño débil y lo lleva hacia el cielo. El Pastor siempre va a cuidar a su rebaño y le indicará el camino oportuno para llegar a la salvación. Por eso, tanto en las lecturas como en las oraciones vemos la imagen del pastor y su rebaño como representación de ese cuidado tan cercano y sincero de Jesús, el Buen Pastor, con sus ovejas, que somos nosotros.
En la primera lectura vemos el ejemplo de un verdadero pastor. Pablo y Bernabé van predicando la Palabra de Dios exhortándolos a vivir fieles a la gracia y denunciando la indiferencia de aquellos que no han querido recibir la Palabra de Dios. En algunas circunstancias también sucede eso que experimentó Pablo y Bernabé. Algunos aprovechan la Palabra de vida y no desaprovechan la gracia que llega a través de ella. Otros en cambio, no valoran la Palabra y la predicación y hacen oídos sordos a las enseñanzas del pastor que quiere encaminar a su rebaño por el camino del bien y de la santidad.
En muchos espacios de la sociedad e incluso de vida de Iglesia, lamentablemente, se puede encontrar la misma indiferencia ya sea por no tener claro el sentido del porqué se ha de vivir la religión o porque simplemente nos hemos acostumbrado a una idea de Dios de camaradería o compadrazgo. Es por eso que algunos no terminan de entender quién es Dios ni que quiere decirnos en su Palabra. Por eso la rechazan, se incomodan, o incluso reniegan de ella.
Lo importante es que la Palabra de Dios se sigue difundiendo entre todos los hombres de diversas edades y en diversas circunstancias.
El Buen Pastor también se identifica con ese Cordero que ha bañado con su sangre a esa multitud que llega al cielo. Jesucristo muerto en la cruz, ha derramado su sangre por cada uno de nosotros y ese baño nos purifica de nuestros pecados, nos alcanza la redención y nos encamina hacia el cielo. Gracias a la Sangre de Cristo hemos sido lavados de nuestros pecados.
También hay una multitud que ha derramado su sangre por amor a Jesucristo y que con vestiduras blancas y con palmas se acercan al trono del cordero. Gracias a la sangre de Cristo y de tantos hombres que a lo largo de los siglos han derramado su sangre hoy nosotros heredamos la fe cristiana.
Finalmente, en el Evangelio de hoy se nos presenta la imagen de las ovejas que escuchan al pastor. Escuchar la voz del pastor es lo que nos lleva a la vida eterna. Podemos hacer un examen de conciencia del cómo acogemos la voz de nuestros pastores. Alguno podría pensar que la palabra el pastor solo tiene una connotación moralista y no es así. La palabra el pastor nos debería conducir a los campos abundantes de la vida eterna. Algunos se incomodarán con la voz del pastor, porque ya se han instalado en determinados estilos y situaciones de la vida en donde la palabra y el testimonio del pastor los interpela y no quieren dar su brazo a torcer. La voz del pastor, sin duda alguna, nos lleva a la vida eterna.
Pidamos a Dios que le conceda su Iglesia pastores valientes que sigan animando al pueblo, las ovejas, que les han sido encomendadas. Que nos conceda pastores valientes que no tengan miedo a la crítica y a la persecución.
Oremos por el Papa León XIV que inicia su ministerio petrino.
Cum Petro et sub Petro
P. Martín
P.d. Les comparto una reflexión anterior que puede ayudar.
https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2022/05/cuarto-domingo-de-pascua-ciclo-c.html?m=1
Comentarios
Publicar un comentario