SEXTO DOMINGO DE PASCUA - CICLO C

Primera lectura: Hechos de los apóstoles 15, 1-2. 22-29; Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8 (R.: 4); Segunda lectura: Apocalipsis 21, 10-14. 22-23; Evangelio: San Juan 14, 23-29.


Estamos en la recta final del tiempo de Pascua. Ha sido un tiempo en donde hemos tenido la oportunidad de tratar más de cerca con el Resucitado. Ahora es Él quien va dirigiendo el discurso en tono de despedida. No estamos hablando de una despedida absoluta, sino que, es conveniente que su presencia física parta de la tierra para que pueda enviar el Paráclito que tiene la posibilidad de enseñarnos todo e irnos recordando todo lo que dijo. Es por eso que Jesús nos pide que no nos entristezcamos sino que nos alegremos de que Él parta.

En las lecturas se nos va aproximando a la acción del Espíritu Santo. En la primera lectura leemos el momento del Concilio de Jerusalén. (Ciertamente no puede ser comparado a los otros grandes concilios de la historia. Aprovecho en recordar que hace unos días hemos celebrado los 1700 años del Concilio en Nicea, que, en sentido estricto, es el primer Concilio de la historia).

Yo quisiera rescatar dos ideas respecto de esta lectura. Lo primero, que puede parecer algo intrascendente pero no lo es, es la conciencia de la luz del Espíritu Santo. Algunos estaban pensando que era bueno imponer algunas prácticas que no se entendían fácilmente. Y es ahí donde el Espíritu Santo ilumina a los que les tocaba decidir para que vayan por otro camino.

En nuestra época, donde se quiere resaltar la autonomía personal, es muy oportuno revalorizar la cercanía con el Espíritu Santo para tomar las mejores decisiones en nuestra vida. Independientemente del tema disciplinario que vemos en la lectura, es el Espíritu el que inspira vivir libres de determinadas prácticas que se pueden desvirtuar.

Y otro detalle, que no deja de ser importante es que el Espíritu Santo va a iluminar a los que tienen que cuidar la iglesia. Por eso, en la lectura se dice «Nos hemos enterado de que algunos, sin encargo nuestro…». El espíritu santo está asistiendo permanentemente a la iglesia y a los pastores para encaminar a los que les han encomendado por el camino del bien. Por eso, cuán importante es vivir en presencia del espíritu santo Para que nos ilumine por donde ir en camino hacia Dios.

Vamos viendo que el Espíritu Santo tiene un lugar y un papel sumamente importante en la vida de la Iglesia.

El evangelio de este Domingo también es precioso. También quisiera destacar dos detalles.

En primer lugar, el que ama al Señor guardará su palabra. Eso es un detalle de amor. Aquel que ama a alguien guarda el mejor recuerdo de aquel que ama. Por esta razón, un detalle de amor con Jesús es poner en práctica aquello que él nos ha dicho. Además, esa palabra nos irá transformando para hacer esa morada de la Trinidad. Poner en práctica la palabra y dejarnos transformar por ella es lo que nos permite vivir la inhabitación trinitaria.

Un segundo detalle importante, que ya lo mencioné al inicio de estas líneas, es esa misión del espíritu santo de enseñar y recordar. Han pasado muchos personajes a lo largo de la historia de la humanidad, han habido pensamientos que han trascendido en el tiempo, pero la palabra de Jesús ha trascendido mucho más que lo que ha podido decir o hacer cualquier personaje de la historia. Esto es gracias a la acción del Espíritu Santo que no solamente nos recuerda la verdad de la palabra de Jesús sino también nos hace contemporáneos con su mensaje.

Pidamos que venga el Espíritu Santo Para que ilumine a todo el mundo, a todo el universo, a cada persona que necesita su luz.

Buen domingo en la presencia del Señor.

P. Martín

P.d. Comparto una reflexión anterior que puede complementar.

https://pmartinreflexiones.blogspot.com/2022/05/primera-lectura-hechos-de-los-apostoles.html?m=1


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